viernes, 22 de febrero de 2008

De Guanacos Superados y un Cuarto de Siglo

Mamá es lo menos mística que hay, me reta cuando le digo que me penaron en la noche porque según ella los fantasmas no existen o cuando le explico que yo soy niña índigo, me dice que eso de los “niños de colores” son puros inventos.
Pero para ella el tema de la superación es súper importante e insiste en que todos pueden hacerlo en algún momento de su vida. Y yo le encontré toda la razón.

Porque el 14 de febrero, aunque algunos no entiendan que me reí mucho con el tema, recibí una invitación del “Barsa” a pasarlo con él. Y así aprendí que incluso el “Barsa” puede superarse a sí mismo: dejando de lado a la polola en el “día del amor” e invitándome a mí a salir. Y como si fuera poco, después llama el “Bipolar” para lo mismo. Porque como me dijo una amiga, yo a este guachón debería pedirle el calendario de la luna para ver cuándo anda de buenas y cuando de maletas, así como para ir preparada. El asunto es que el 14 andaba de buenas y yo le encantaba de nuevo.
Pero muy concientemente le dije que no a las dos invitaciones y lo pasé chancho con puros solteros que nos juntamos a conversar sin darnos regalos ni nada. Aunque el local era re fome y lo del karaoke era un mito, podríamos decir que vimos a Carlos Pinto. Aunque tampoco es verdad. Pero casi. Igual practicamos cómo nos veríamos congelados por si aparecía entre una nube de humo…

Yo también me he superado muchas veces, como cuando me cambié de colegio por primera y única vez, y era un poco chúcara con una niña que me tuvo mala desde que me vio. Así como que sentí the real envidia teniendo apenas 10 años, porque ella era la eterna matea que todos odian, pero como era tan buena alumna, nadie le decía nada para que le prestaran los cuadernos. En cambio a mí me retaban en clases, pero fui presidenta de curso apenas llegué. Y así nos íbamos. El tema es que nos hacían hacer filas afuera de la sala y me ponía detrás de ella para puro molestarla. Yo le decía que avanzara y ella hacía como que no me escuchaba. Un día enojada me dijo “empújame”. Y yo escuché clarito “escúpeme”.
Y como siempre he sido obediente, la escupí.
Ella salió corriendo al baño y cuando me dijeron que el tema era “empújame”, tuve que ir a pedirle disculpas. Mis amigos me pusieron después Cote “Guanaco” Arriagada y eso que fue la única vez que escupí a alguien. Yo creo que fui como el precedente de la marcha pingüina contra los guanacos. Y me superé a mí misma porque de pasar a ser la única niña que en 5º básico tiraba escupos, años más tarde me hice súper amiga de la matea. Pura superación.

Y me superaré este fin de semana que al fin me voy de vacaciones. Que después de semanas pensando en si me voy o no, si salgo dos días o dos semanas, que para que voy a salir ahora que queda tan poco para clases, que el trabajo, se acabó: me tomo una semana.
Y me iré a tomar sol con mi nuevo bikini brasileño que viene en camino. Me miraré el ombligo 7 días non.stop hasta encontrarle alguna nueva gracia. Me intoxicaré de series pirateadas en dvd comiendo rico y durmiendo hasta tarde. O sea, me superaré en niveles de flojera y languidez nunca antes conocidos, pero no tendré ni una pizca de vergüenza.
Así estaré esperando mi cita el día lunes con Elmer Figueroa, más conocido como Chayanne, claro. Y apagaré mi celular porque nadie me despegará de la tele hasta que él termine su presentación, le tiraré besos a la pantalla, maldeciré a su señora, bailaré con “Torero”, me dedicaré “Próvocame” y así, hasta que termine.

Todo esto para prepararme de mi próxima crisis existencial, porque volveré para cumplir mi primer cuarto de siglo. Así como el tercio del camino hacia mi jubilación. O la mitad del camino a tener nietos… demasiado para una guachomina como yo.

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jueves, 14 de febrero de 2008

Yo Odio a San Valentín

Porque el 2004 tenía un loco amor de verano y todo demasiado bien hasta que al guachón se le ocurrió volver a su país. El día 13. Y tuvimos una despedida como de película con esas promesas tontas como que él se venía a vivir acá y yo a vacacionar allá. Nunca más supe de él.

El 2005 llevaba saliendo como 2 meses con un guachón para esta fecha. Pero yo jugaba a la indiferente y él se lo tomó muy a pecho. Demasiado. Ni ahí con San Valentín, ni un mensaje tierno me llegó siquiera.
Y me junté con mis amigas a pelar a los guachones. Que San Valentín a las pailas, si igual soy feliz. Lo patee a la semana.

Año 2006 tenía guachón-pololo y yo saltaba en una pata. Casi no dormí la noche anterior porque estaba esperando mis globos con forma de corazón inflados con helio en la puerta de mi casa. Y flores apenas amaneciera, con un mensaje enfermo de romántico.
¿Y?
¡Nada!
¡Guachón fome y anti romántico! Se acordó el día anterior y partió apurado a comprarme un peluche. Uno más, ya ni me acuerdo cuál fue ése.
Macabro. Con pololo, pero poco galante tampoco vale. Me empezó a caer mal San Valentín.

Año 2007, con el mismo guachón. Yo ya le había dicho que se había portado enfermo de siniestro conmigo el 14 pasado. Que merecía recompensa. Que jugara si quería llegar al repechaje, que yo me merecía un San Valentín como la gente, como el que muestran en las películas.
Nada.
Si con la gente que es fome desde la cuna, nada que hacerle. Como yo estaba en la playa llegó el fin de semana con: ¡un peluche!. En esa época empecé a odiar a San Valentín. Y de pasadita, al señor Village también.

Año 2008. Soltera todo el rato, pero mina.
Chao con los pololos si no se esmeran, al final es igual que los años en que tenía guachón, con la diferencia en que no tengo que gastar yo en regalos que sí valen la pena. O sea, ahorro al máximo.
Y me voy a tomar con un grupo de guachominas, todas demasiado regias, simpáticas y prendidas. Toda la noche. Y pelaremos a todos los guachones. Y le sacaremos la lengua a todas las parejas. Así, toda una celebración contra el 14.
Yo odio de frentón a San Valentín.

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viernes, 8 de febrero de 2008

¡Tiembla Pirque!

Mañana tengo matrimonio. O sea, no el civil que es hoy, sino la celebración. A la hora de almuerzo. Parcela en Pirque. Piscina y bikini. Estoy nerviosa:

¡Quién va a un matrimonio en bikini!
La Cote, obvio.

Y ayer dejé loca a la niña de una tienda, explicándole con dibujo el bikini que quería, rebajado acá, pero con tiritas acá, en fin. Me probé 20. Fácil. De reojo la miraba y la pobre se agarra la cabeza a dos manos. Cuando elegí el modelo le dije “¿Y no lo tiene con brillitos?”, me echó una mirada así como Hannibal en el Silencio de los Inocentes. “Es que es para un matrimonio”, le decía yo para convencerla porque obvio que no me creyó, mientras me tiraba indirectas como que había que cerrar la tienda.

Me dan susto las fotos de la posteridad, donde nadie me diría “Cote, qué lindo tu vestido!”, sino que “¿Y ese bikini?”… aunque eso sería piola, lo terrible sería “Oye Cote, cómo vas a la piscina así?”.
Y yo estoy estresada. Hoy llego a ponérmelo sólo para saber cómo se pesca el ramo de novia en bikini.

Pero estoy feliz porque me encantan los matrimonios y este es muy especial porque es de uno de mis primos regalones. Y he ido a muchos y eso me recuerda la película “27 bodas” y yo no quiero llegar a eso. Yo creo que con 10 estamos bien antes del propio… ó 20 a todo reventar.
Por mientras, desfilo en bikini, hasta que me acostumbre.
¡Tiembla Pirque, allá voy!


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