martes, 14 de julio de 2009

Porqué la Cote no puede hacer labores del hogar

(O porqué desapareció tanto y sin dar aviso)

Porque aunque cuando chica era seca para los deportes, pero the real deportista con tenidas especiales sólo para patinaje artístico o tenis, después perdí el don.
Entonces hace dos años, sacaba la basura de mi casa y me caí por un pequeño desnivel. Pero no sólo caí sino que me arrastré por el suelo al menos un par de metros, mastiqué polvo y lloré amargamente sobre mis rodillas peladas.
Lo peor de todo es que en un intento que aún no logro explicar, mi caída fue aún más terrible porque "protegí a la basura" levantando los brazos, como quien llevara copas de cristal.
Pese a ir sólo caminando, me hice la tonta lesión en la rótula que me duele hasta hoy y el doctor me dijo que mintiera sobre mi accidente, porque nadie iba a creer que me hice semejante daño caminando, así que era mejor que dijera que me había caído por las escaleras.
Y desde ese día mi mamá no me deja sacar la basura.

Hace unos meses se me empezaron a despellejar las manos, con una picazón terrible. Mi abuelo me dijo que era el hígado y mi abuela que era una pena. La verdad es que no era ni una ni otra, pero pucha cómo pica y cómo duele después cuando las manos tratan de cicatrizar.
Al final el dermatólogo me dio un diagnóstico difícil de escribir y unas pomadas y vitaminas que hicieron maravillosos resultados. El problema es que cuando lavo la loza, aunque sea con el Quix más estiloso y con mejor olor, comienza la picazón.
Así que desde ahí decidí no lavar más loza.

El 17 de enero fui al Lider (esto es mala propaganda así que ojalá lo vea la Josefina Correa para que se revuelque en la cama antes de decir "una pequeña ayuda") y en un accidente muy ñoño, un reponedor con bototos.de.seguridad con punta.de.acero me pegó un chute que me hizo ver, literalmente, estrellas. Me hice la bacán y seguí caminando, aunque toda la dignidad se me fue a las pailas cuando vi mis zapatitos blancos sin punta... BAÑADOS EN SANGRE!
Así de terrorífico. Y después vino la parte chistosa (obviando el dolor claro) en que un guardia de seguridad me subió a una silla de ruedas y me llevó rajada a atención al cliente, mientras yo lloraba y pensaba en qué cómodo resultaría comprar así. Después a la clínica con radiografías y cosas para que me dejaran la uña ahí, temerosa, a un triz de caerse, pero mía al fin. Por dos semanas.
Llegué a la clínica dos sábados después gritando para que me la sacaran y hasta hoy, sigo con tratamiento tratando de recuperarla. Y la verdad es que aunque es una uña del dedo, es la más importante porque es la del dedo gordo y más encima de mi pie derecho.
Así que durante los primeros meses cojee. Pero de verdad, como que casi le robaba el bastón a mi abuelo. Y la cojera en sí no es tan dramática sino como te mira la gente, porque a mí que me gustan las minis y las botas, me quitaba todo el estilo andar a saltitos. De hecho imaginaba que la gente me miraba con lástima, pensando en la pobre coja, que al menos se viste bien, pero qué le va a hacer si es coja.
Y eso, sumado al dolor, me provocó una cuasi depresión post parto, pero sin parto y sin guagua, sino que sin uña, que es lo menos sexy que hay, incluso cuando lo vendaba entero. O sea, eso del chistecito del "cuidado, el dedo sin uña" ya me cae pésimo y prometo escupo al que lo repita. Así que como andaba enojada contra el mundo, contra la uña y sobre todo contra el lider y la Josefina muerta de risa en los comerciales, dejé de escribir.
Pero ahora que casi recuperé mi uña y volví a caminar derechito, todo ha cambiado. Volví a mi caminata tipo "me creo en una pasarela" y me compré otros zapatos blancos, iguales a los que perdí en el accidente.
Pero desde ese día, tengo prohibido hacer las compras semanales en el super