lunes, 31 de marzo de 2008

No Estaba Muerta...

Pero tampoco tenía ganas de escribir. Y el otro día mi fans número uno, que nunca me postea, pero después no duda en echarme en cara que hace dos semanas no escribo, me increpó que porqué no lo hacía. Y yo le respondí que no me había pasado nada digno que contar.
Lo que tampoco es tan cierto, porque entré a clases, tengo más compañeros nuevos, me he encontrado con dos personas que hace años no veía y he ido a un par de fiestas buenas. Sobre todo la del sábado post-santo en la cual tuve que falsear mi identidad, porque todos los que me sacaban a bailar eran “casi médico”, “casi ingeniero”, “casi sociólogo” y un largo etcétera.
Y a mí primero me subió el ánimo tener cara juvenil atrae sub-25… hasta que me sentí vieja diciendo que ya era periodista hace 3 años y ahora soy casi abogada. Así que para no reñirme con mi moral, decía alternadamente que estudiaba periodismo o leyes. Dependiendo del chico. Y me sentí como Dorian Grey porque nadie puede decir que tiene 21 años, siendo en realidad portadora de un cuarto de siglo y que le crean más encima.

También hace unos meses trabajo en Providencia, que es de lo más chori porque me queda casi al lado de la U. Y mucho más cerca de mi casa. De hecho, tiene muchos restaurantes lindos para ir a almorzar, aunque nunca voy porque no como sola. Es como un mercado potencial que aún no exploto, aunque me guiña el ojo todos los días. Así que la tiro, si alguien almuerza acá que me avise. También tiene miles de locales con happy hours y a esos sí he ido. No porque sea alcohólica y sí pueda tomar sola, sino porque para los HH sobran invitados.

Pero lo que más me sorprende es la cantidad de Krishnas que andan dando vueltas. Lo peor es que a mí me caen súper bien porque antes, mis amigas eran fanáticas de las empanadas de soya y por ende, me obligaban a ir a un centro Hare Krishna a comerlas.
Y yo que soy mañosa y la única soya que conozco es la salsa para los wantan, me negaba a imaginar qué tenían esas empanadas adentro, moría de hambre mientras ellas comían, pero me entretenía viendo los ritos de los Krishnas que son de lo más amenos y musicalizados.
El tema es que por Providencia se ponen muchos de ellos, todos los días, entre Pedro de Valdivia y Los Leones. Aunque no tengo muy claro qué hacen, yo diría que captan nuevos miembros. Y a mí como que siempre me agarran para darme consejos de religiosidad, lo que me ha llevado a pensar que tengo cara de pecadora y pécora, pero así bien mala. Pero como yo eso lo negaré hasta la tumba, pongo cara de estoy apurada y corro escapándome de ellos.

Pero hoy no pude. Yo creo que acostumbrados a mi zig zageo ya me estaban esperando, porque entre dos me hicieron la encerrona. Uno se queda conmigo –así como el líder- y me pregunta si tengo minuto, mientras lo miro con cara de circunstancia si al final, ya me había detenido. Entonces me pregunta por mi vida emocional, mis problemas existenciales y esas cosas.


"Guachón, ¿tienes tiempo? Lo que pasa es que soy lo menos espiritual que hay, tengo problemas con el consumismo y vengo de pagar una cuenta de falabella, de hecho. Y aunque sueño con que el día en que me muera San Pedro me esté esperando con cotillón allá arriba, tengo la seria sospecha de que no llegaré… La verdad es que un amigo me pregunta día por medio si no siento las patitas calientes de la caldera de Satán y otra amiga, me asegura que yo seré cliente VIP del infierno. O sea, es macabro. También hay gente que me odia cuando yo siempre he intentado ser simpática con todos, sin contar aquellos guachones que son capaces de contratar magia negra para atacarme y en verdad, yo nunca he sido tan mala como para merecerlo. ¿Ustedes hacen algo para eso? "

Y el pobre guachón krishna estaba pálido en medio de sus metros de túnica naranja, yo creo que arrepentido hasta la médula por su genial idea de pararme en medio de la calle.
Y yo, después de leer un instructivo de cómo comunicarte con tu “yo interno” –que casi me tiró encima cuando terminé mi discurso sin decirme nada- estoy pensando que si tienen una oferta buena de religiosidad y sanar mi karma, el naranja también me podría quedar bien.



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miércoles, 5 de marzo de 2008

Porque la Cote NO Debe Jugar Tenis

[Esta historia ya había comenzado ACÁ]
Puedo decir que viene muy de cerca la recomendación, pero me veía regia en mi tenida deportiva de blanco. Yo me miraba en el espejo del camarín mientras pensaba que ojalá me descubrieran hoy, porque después de la quemada de pancora del otro día, ahora tengo un bronceado fascinante. Y así miles de galanteos conmigo misma cuando escucho a mi couch gritar para que me apure.

14.01: “Papá, hace harto calor, eh?”. Pero papá está en trance, sólo ve en su mente un marcador donde me aplasta en 3 set. Me obliga a precalentar.

14.05: Le digo que ya es mucho precalentamiento, si hacen 45º en la arcilla. Le pregunto si puedo tomar agua y me dice que no.

14.10: Primeros paleteos. Sonrío con satisfacción y me felicito a mí misma, parece que tengo el don aún. Papá se entusiasma y me tira dos que me hacen correr a la red. Pienso que debería rebajar mi dosis de cigarro diaria.

14.15: Prometo dejar de fumar. Tengo el pulmón en la mano, papá corre como quinceañero y yo lo único que intento recordar es el número de la Help.

14.20: Le admito a papá que “quiero puro morirme”. Me dice que es la curva del esfuerzo y me da toda una explicación científica sobre el deporte que no comprendo. Mis neuronas está mentalizadas en mantenerme de pie. Pienso que mi estado físico es deprimente.

14.22: Papá me dice que mi estado físico es deprimente. Yo le discuto que no porque bailo toda la noche y así con todas mis actividades lúdicas y nunca me muero, si es que el tenis a esta hora es macabro. Se ríe y me tira una larga. Yo hago como que corro, pero a la mitad le grito “larga”. Él me responde “floja”.

14.30: Tengo ganas de llamar a mamá para que demandemos a papá por violencia intrafamiliar. Esto es de thriller, pienso que muero en cualquier momento producto de un paro fulminante.

14.35: Me consuelo pensando en que no tuve hijos, pero dejé un conejo; no planté un árbol, pero maté 4 plantas de la oficina; no escribí un libro, pero tengo un blog.

14.36: Me reto a mi misma por pensar tanta tontera y le echo la culpa al calor.

14.45: Miro la cancha del lado y dos seniors corren de lado a lado. Los envidio y les deseo la muerte. No tanto, pero quería verlos rodar y quedar rojos. De mis short blancos ni pistas...

14.55: Termina el partido. Papá chocho me cuenta –como si yo no hubiera estado ahí- que me dio una paliza en la cancha y ni recuerdo cuántos puntos le debo.

Me pregunta cuándo vuelvo a jugar con él y a mí, como que me dejó de gustar González hace rato.

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