martes, 23 de diciembre de 2008

Mitos del Hombre (parte I)

En virtud de una muy buena junta femenina de este finde, donde los tequilas frambuesa fueron los reyes de la noche (¡Y no Celia Punk - Vidal! ¡Por dios si es tan feo ese hombre!), salió el infaltable tema de los guachominos -especie en extinción según el último recuento de las 3 regias de la noche- y de sus propios mitos, esos que ellos han creado, pero extrañamente no cumplen…

“El hombre cuando puede, la mujer cuando quiere”
Eso del “cuando puede” no significa que sea “siempre” que le den la pasada, sino que:


1. Puede cuando no están dando un partido de fútbol en la tele
-¿amor, te importaría que viera el penal? sólo el penal y seguimos-

2. Puede cuando su equipo favorito no disputará una final importante durante la semana entrante
–es que estos conchetu… me tienen estresado, no me puedo concentrar en nada-

3. Puede si no está muy tomado
–nod sed lo que me pasad pedo no seee para!-

4. Puede si ha tenido una semana descansada
–como si una se las tirara no más...-

5. Puede si no está estresado por el trabajo
–porque si come pensando en pega, duerme pensando en pega, es lógico que tire pensando en la pega también-

6. Puede si ha tenido vacaciones en el último año
–qué desconsiderada yo, pidiendo tamaños esfuerzos-

7. Puede si uno no se lo han exigido en las 24 horas anteriores
-“¿y tú no te cansai’ nunca?”- (¡esa fue notable! jaja)

8. Puede si no quedó con traumas por culpa de la ex
–que es como estar 3 en una cama, demasiado incómodo a menos que uno se haya propuesto un ménage à trois-

9. Puede si las estrellas y los planetas se han configurado en el cuadrante perfecto
-y a nuestro favor, claro-.

10.
Por último, puede si anda con ganas.


En cambio, las mujeres queremos:
SIEMPRE que nos den algo bueno a cambio

(Nota de Isolda: Cualquier similitud con la realidad, me niego a creer que es coincidencia)

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miércoles, 10 de septiembre de 2008

Mi Primer Choque... y de Mina!

Mi primer choque en la historia. Y un choque de mina más encima. No porque tengamos problemas de reflejos ni de rapidez, ni seamos más malas que los hombres manejando, sino porque usamos cartera. Y los hombres no.
Entonces una, que ve todos estos programas como “Aquí en Vivo” y “Policías en acción”, que es capaz de reconocer a los patos malos con sólo mirarlos, que se niega a bajarse en el metro Franklin después del reportaje de las bandas que acechan ahí, sale espantada cada vez que toma el auto. Porque no sólo en las pasarelas asaltan, rompen vidrios con piedras y sacan las carteras, sino que en todas las esquinas. Entonces yo, que me las doy de valiente, pero a la primera salgo corriendo, no encontré nada mejor que una muy mala costumbre: meter la cartera debajo de mi asiento.
Así que cuando salí el otro día –fugaz, lo admito- a buscar a mi mamá y a mi hermana al trabajo, casi automáticamente dejé la cartera ahí. Y mal ubicada por cierto. Entonces la Kennedy y el bip-bip de los ladrones de la Costanera Norte, que dicen que pasé a la hora de atochamiento y no es cierto, muchos autos pasando y un tonto camión como a 20 en Los Conquistadores. Y una, que a veces se cree Schumager, adelanta (al igual que todos los otros no más) y se encuentra con feroz taco, entonces una frena, porque muy Schumager me creeré pero no soy tonta y PUF.
Se enreda el taco de mi bota en la cartera y sólo alcanzo a rozar el pedal del freno. Un segundo después logro sacarla y nuevamente a frenar, pero ya había chocado.
¡El accidente más gil de la historia!

Y la primera vez que una choca es fuerte. Porque en mis otros accidentes me habían chocado, entonces es como ¡sorpresa! Pero no alcanzas a hacer nada. En cambio yo acá vi que iba a chocar, así que me agarré del volante con las dos manos y cerré los ojos. Después don Julio –el dueño de la grúa- me dijo que ésa era una muy mala costumbre porque hay que mantenerlos abiertos todo el rato por si se revienta el parabrisas y hay que esquivar los vidrios. Y yo le dije que era enfermo de turbio, si yo estaba en shock todavía y paseándome por primera vez en un grúa por Santiago como para que me dijera que pude haber quedado tajeada de por vida.
En fin. Pero lo peor de todo es que cuando abro los ojos, lo primero que hice fue comprobar que estaba entera. Y estaba, entonces me preocupé del pobre que se cruzó en mi camino cómo estaría y suspiré aliviada porque el hombre se bajó de lo más bien de su auto. Hasta que me empezó a tapar a garabatos. Y me golpeaba el capot del auto. Y a mí que me cargan los carabineros, estuve tentada a llamar al 133 pensando que ese hombre me iba a matar si me bajaba.
Porque para eso hay que ser muy bestia. O sea, cuando me han chocado yo me asusto y eso, pero no me imagino que la gente choca a propósito. Pero este gil sí y me gritaba tantas cosas, que ni siquiera me dejaba subir el auto a la vereda así como para despejar el taco que estábamos provocando.
Y como buen hombre, cuando vio que a su tonto auto no le pasó nada, se tranquilizó. Después se acercó a tratar de abrir mi puerta –que quedó atorada, ni sé cómo me bajé, yo creo que del susto- y cuando vio el mío me dijo: “Igual tu auto quedó mucho más cagado que el mío”.

Y yo sentí como que se alegró de eso.

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martes, 22 de abril de 2008

Si Fuera Famosa, me Parecería a Mí Misma

Estoy convencida de que debo tener una cara muy común para que siempre me digan que me parezco a alguien. Según una profesora, soy idéntica a una amiga suya y de hecho, la patuda me llama por su nombre, así como que se confunde. Y menos mal que yo soy buena para acostumbrarme, porque ahora escucho “Tamara” y levanto al tiro la vista. Y eso que me llamo María José, por si acaso.
El otro día en el local de mi abuelito, entra un caballero muy simpaticón que me saluda. Después se ríe y me vuelve a mirar. Ya a la tercera miraditas-sonrisitas, cuando parece chiste el tema y yo me preocupo de no tener una mancha en la cara, le pregunto qué le pasa y me dice “te encuentro cara conocida”.
“Ah sí -le digo yo- es que salgo en la tele”.

Lo que no es cierto, aclaro, pero me da mucha risa decirlo porque varios se hiperventilan con eso, “recordando” en qué programa me vieron, así como para descartar me imagino que no sea en un reportaje de policías y drogas, por ejemplo. Y me creen hasta que yo o con quien esté comencemos a reír, claro, porque el otro día papá me delató con el caballero que le ponía bencina en el auto, que le daba con que me había visto en alguna parte y yo dale con que me había visto en un comercial.
O como el caballero ese día, quien seguía riéndose todo cocoroco y me decía “Nooo, ¿de verdad sales en la tele?” y para mí eso es lo más entretenido que hay porque con lo tentada de risa que soy, aguantarme es muy difícil, sobre todo pensando en porqué se emocionarán tanto, ¿si salgo en la tele me pedirán autógrafo?. “Sí, salgo en la tele”.
“Ah ya –me dice todo emocionado- ¿en TVN?”
“Nooooo –ahí ya me largo a reír (si soy chistosa, no mentirosa)- no trabajo en TVN”.
Pero él me corrige: “No dije eso, dije en “Infieles”.
Y ya no le encontré tanta gracia al tema porque yo venía del trabajo, buscaba a mi primito para llevarlo al cine a ver ‘31 minutos’, con traje de dos piezas y en verdad, aunque yo tenga alma juvenil y cara de niña, igual me visto como grande, entonces ¿cómo un tipo me compara con niñas que salen en pelota durante todo el programa?
Ahí comprendí porqué la risa picarona y todo eso.

Es como con la hermana de mi abuelita, que a la postre tiene casi 100 años y de la única que se acuerda, más o menos bien, es de mi abuelita. Y siempre la llama aunque son de esas llamadas simbólicas, como para comercial de larga distancia, porque cuál está más sorda que la otra e incluso se enojan por cosas que seguramente, se inventan. Son súper chistosas y eso que yo las ayudo a que se comuniquen y tomo los recados, pero verlas es de lo mejor.
Además mi abuelita como que la ‘pela’, yo escucho a la tía hablando del otro lado del teléfono mientras ella me hace signos de que su hermana habla puras cabezas de pescado. En realidad, mi abuelita le pega 3 patadas a la viejita de años dorados, es mucho más entretenida.

El tema es que además de eso, la tía abuela tiene mala memoria. Es una forma delicada de decir que no se acuerda de nada más que de su nombre y el de su hermana, claro, entonces un día yo, esmeradísima, se me ocurrió armarle el árbol genealógico mientras esperaba que mi abuelita fuera a contestar. Así empecé a dictarle la chorrera de hijos, nietos y sobrinos como para que se hiciera la idea, pero la tía estaba preocupada de mí, así como que nadie le hablaba tanto en mucho tiempo y menos tan fuerte, porque a mí “me entendía clarito”.
Y me pregunta qué hago y yo le digo que soy periodista. “Mijita, qué bueno, ¿en qué canal trabaja?”, cosa que me hace reír porque para los abuelitos, uno es periodista si trabaja en la tele o en el diario no más, yo me he vuelto mono explicándole al mío el tema de las asesorías y me di por vencida hace dos años. Menos le iba a explicar a la tía que, más encima, yo sabía que apenas me colgara se iba a olvidar.
Así que le dije que sí, que en el 7. “¿En el noticiero, mijita?”. Sí abuelita, en el noticiario. “Qué bueno, yo justo veo ése”. ¿De verdad? La otra semana le mando saludos…


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martes, 15 de abril de 2008

La Joyita v/s El Mati

La Joyita, el auto, nos abandonó la semana pasada.
La verdad es que su despedida se veía venir, como cuando dejó de abrir la ventana del copiloto en plena temporada de los 30º a la sombra. Y yo me acordaba del chiste del Coco Legrand en el que se reía de los flaites que se creen cuicos andan con los vidrios arriba, cagados de calor, aparentando que tienen aire acondicionado.
Bueno, yo andaba así, sin aire y encerrada, pero porque el vidrio una vez abajo, no vuelve a subir. Y después de quedarme cuidando a la Joyita una hora en el estacionamiento mientras mamá iba al supermercado, porque se me ocurrió abrir la ventana, preferí asarme de calor e ir asfixiada de ahí en adelante.

O podríamos decir que empezó a despedirse dos meses antes incluso, cuando fue imposible volver a abrir la puerta del piloto desde dentro del auto. Hay que bajar el vidrio y abrir por afuera. Que al final es súper chori porque es como que te abrieran súper galantemente la puerta del auto todos los días.
Pero una misma.
Pero ahora murió en serio, se destrozó la bomba de agua y se funde al tiro. Sin contar que yo vi como mamá el otro día se encaramó a uno de esas cosas de cemento que dividen las pistas en la calle. Y quedamos casi varadas.

El Matías en cambio es mi perro. Él nació cuando tenía todo en su contra porque ambos padres eran secos y competían, puro pedigree y estaban inscritos más encima. El problema es que eran de distinta raza. Pero contra el amor no se puede hacer nada, así que el detalle de que la perrita midiera 3 veces lo que medía el perrito, fue algo que solucionaron los empeñosos padres con unas cajas que utilizaron como escalera. Y así nació el Matías junto a otros 7 cachorros, todos muy lindos, pero despilfarrando la estirpe millonaria.
El tema es que el Matías, en la casa que antes teníamos, se creía Indiana Jones, se perdía en el patio, se dejó crecer el pelo hasta tener dreadlocks, tenía amores con todas las perritas del barrio. En fin, todo un galán de la familia no más.
Hasta que nos cambiamos de casa.

Y me empezaron a mirar feo al perro, porque por más que yo insista que sus padres son muy finos, la mezcla no lo es nada. Y acá pasan puros perros con collares bacanes y con nanas propias que le hacen mohínes. No sé si fue por todo eso o qué, pero en esa época el Matías empezó a ponerse gay. Y mira a los perritos. Y hace otras cosas que no pondré acá, porque me da cosa incluso cuando tengo que perseguirlo para que deje a otro can tranquilo.
Además se hizo “un Esmeralda” también y quedó ciego. Es el único perro de la cuadra capaz de activar 4 alarmas de autos en un solo paseo: porque choca contra las puertas al cruzar la calle.
Igual es entretenido cuando le digo que lo voy a pasear y, en vez de salir por la puerta, se encarama a un sofá.
Y no es tan entretenido cuando en vez de caminar choca con un poste de luz.

La veterinaria dijo que bien cuidado, podía durar unos años más. Y a mí lo que me da susto es que le dé un Tec Cerrado con tanto golpe, porque no me puedo imaginar al Matías conectado como vegetal tampoco.
Según el papá, el Matías también nos abandonará en cualquier minuto. Así como la Joyita. Y me pregunta qué dónde lo vamos a dejar, como si yo conociera algo así como un asilo de perros… o pudiéramos ponerle un poddle toy para que hiciera de lazarillo.

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lunes, 31 de marzo de 2008

No Estaba Muerta...

Pero tampoco tenía ganas de escribir. Y el otro día mi fans número uno, que nunca me postea, pero después no duda en echarme en cara que hace dos semanas no escribo, me increpó que porqué no lo hacía. Y yo le respondí que no me había pasado nada digno que contar.
Lo que tampoco es tan cierto, porque entré a clases, tengo más compañeros nuevos, me he encontrado con dos personas que hace años no veía y he ido a un par de fiestas buenas. Sobre todo la del sábado post-santo en la cual tuve que falsear mi identidad, porque todos los que me sacaban a bailar eran “casi médico”, “casi ingeniero”, “casi sociólogo” y un largo etcétera.
Y a mí primero me subió el ánimo tener cara juvenil atrae sub-25… hasta que me sentí vieja diciendo que ya era periodista hace 3 años y ahora soy casi abogada. Así que para no reñirme con mi moral, decía alternadamente que estudiaba periodismo o leyes. Dependiendo del chico. Y me sentí como Dorian Grey porque nadie puede decir que tiene 21 años, siendo en realidad portadora de un cuarto de siglo y que le crean más encima.

También hace unos meses trabajo en Providencia, que es de lo más chori porque me queda casi al lado de la U. Y mucho más cerca de mi casa. De hecho, tiene muchos restaurantes lindos para ir a almorzar, aunque nunca voy porque no como sola. Es como un mercado potencial que aún no exploto, aunque me guiña el ojo todos los días. Así que la tiro, si alguien almuerza acá que me avise. También tiene miles de locales con happy hours y a esos sí he ido. No porque sea alcohólica y sí pueda tomar sola, sino porque para los HH sobran invitados.

Pero lo que más me sorprende es la cantidad de Krishnas que andan dando vueltas. Lo peor es que a mí me caen súper bien porque antes, mis amigas eran fanáticas de las empanadas de soya y por ende, me obligaban a ir a un centro Hare Krishna a comerlas.
Y yo que soy mañosa y la única soya que conozco es la salsa para los wantan, me negaba a imaginar qué tenían esas empanadas adentro, moría de hambre mientras ellas comían, pero me entretenía viendo los ritos de los Krishnas que son de lo más amenos y musicalizados.
El tema es que por Providencia se ponen muchos de ellos, todos los días, entre Pedro de Valdivia y Los Leones. Aunque no tengo muy claro qué hacen, yo diría que captan nuevos miembros. Y a mí como que siempre me agarran para darme consejos de religiosidad, lo que me ha llevado a pensar que tengo cara de pecadora y pécora, pero así bien mala. Pero como yo eso lo negaré hasta la tumba, pongo cara de estoy apurada y corro escapándome de ellos.

Pero hoy no pude. Yo creo que acostumbrados a mi zig zageo ya me estaban esperando, porque entre dos me hicieron la encerrona. Uno se queda conmigo –así como el líder- y me pregunta si tengo minuto, mientras lo miro con cara de circunstancia si al final, ya me había detenido. Entonces me pregunta por mi vida emocional, mis problemas existenciales y esas cosas.


"Guachón, ¿tienes tiempo? Lo que pasa es que soy lo menos espiritual que hay, tengo problemas con el consumismo y vengo de pagar una cuenta de falabella, de hecho. Y aunque sueño con que el día en que me muera San Pedro me esté esperando con cotillón allá arriba, tengo la seria sospecha de que no llegaré… La verdad es que un amigo me pregunta día por medio si no siento las patitas calientes de la caldera de Satán y otra amiga, me asegura que yo seré cliente VIP del infierno. O sea, es macabro. También hay gente que me odia cuando yo siempre he intentado ser simpática con todos, sin contar aquellos guachones que son capaces de contratar magia negra para atacarme y en verdad, yo nunca he sido tan mala como para merecerlo. ¿Ustedes hacen algo para eso? "

Y el pobre guachón krishna estaba pálido en medio de sus metros de túnica naranja, yo creo que arrepentido hasta la médula por su genial idea de pararme en medio de la calle.
Y yo, después de leer un instructivo de cómo comunicarte con tu “yo interno” –que casi me tiró encima cuando terminé mi discurso sin decirme nada- estoy pensando que si tienen una oferta buena de religiosidad y sanar mi karma, el naranja también me podría quedar bien.



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miércoles, 5 de marzo de 2008

Porque la Cote NO Debe Jugar Tenis

[Esta historia ya había comenzado ACÁ]
Puedo decir que viene muy de cerca la recomendación, pero me veía regia en mi tenida deportiva de blanco. Yo me miraba en el espejo del camarín mientras pensaba que ojalá me descubrieran hoy, porque después de la quemada de pancora del otro día, ahora tengo un bronceado fascinante. Y así miles de galanteos conmigo misma cuando escucho a mi couch gritar para que me apure.

14.01: “Papá, hace harto calor, eh?”. Pero papá está en trance, sólo ve en su mente un marcador donde me aplasta en 3 set. Me obliga a precalentar.

14.05: Le digo que ya es mucho precalentamiento, si hacen 45º en la arcilla. Le pregunto si puedo tomar agua y me dice que no.

14.10: Primeros paleteos. Sonrío con satisfacción y me felicito a mí misma, parece que tengo el don aún. Papá se entusiasma y me tira dos que me hacen correr a la red. Pienso que debería rebajar mi dosis de cigarro diaria.

14.15: Prometo dejar de fumar. Tengo el pulmón en la mano, papá corre como quinceañero y yo lo único que intento recordar es el número de la Help.

14.20: Le admito a papá que “quiero puro morirme”. Me dice que es la curva del esfuerzo y me da toda una explicación científica sobre el deporte que no comprendo. Mis neuronas está mentalizadas en mantenerme de pie. Pienso que mi estado físico es deprimente.

14.22: Papá me dice que mi estado físico es deprimente. Yo le discuto que no porque bailo toda la noche y así con todas mis actividades lúdicas y nunca me muero, si es que el tenis a esta hora es macabro. Se ríe y me tira una larga. Yo hago como que corro, pero a la mitad le grito “larga”. Él me responde “floja”.

14.30: Tengo ganas de llamar a mamá para que demandemos a papá por violencia intrafamiliar. Esto es de thriller, pienso que muero en cualquier momento producto de un paro fulminante.

14.35: Me consuelo pensando en que no tuve hijos, pero dejé un conejo; no planté un árbol, pero maté 4 plantas de la oficina; no escribí un libro, pero tengo un blog.

14.36: Me reto a mi misma por pensar tanta tontera y le echo la culpa al calor.

14.45: Miro la cancha del lado y dos seniors corren de lado a lado. Los envidio y les deseo la muerte. No tanto, pero quería verlos rodar y quedar rojos. De mis short blancos ni pistas...

14.55: Termina el partido. Papá chocho me cuenta –como si yo no hubiera estado ahí- que me dio una paliza en la cancha y ni recuerdo cuántos puntos le debo.

Me pregunta cuándo vuelvo a jugar con él y a mí, como que me dejó de gustar González hace rato.

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viernes, 22 de febrero de 2008

De Guanacos Superados y un Cuarto de Siglo

Mamá es lo menos mística que hay, me reta cuando le digo que me penaron en la noche porque según ella los fantasmas no existen o cuando le explico que yo soy niña índigo, me dice que eso de los “niños de colores” son puros inventos.
Pero para ella el tema de la superación es súper importante e insiste en que todos pueden hacerlo en algún momento de su vida. Y yo le encontré toda la razón.

Porque el 14 de febrero, aunque algunos no entiendan que me reí mucho con el tema, recibí una invitación del “Barsa” a pasarlo con él. Y así aprendí que incluso el “Barsa” puede superarse a sí mismo: dejando de lado a la polola en el “día del amor” e invitándome a mí a salir. Y como si fuera poco, después llama el “Bipolar” para lo mismo. Porque como me dijo una amiga, yo a este guachón debería pedirle el calendario de la luna para ver cuándo anda de buenas y cuando de maletas, así como para ir preparada. El asunto es que el 14 andaba de buenas y yo le encantaba de nuevo.
Pero muy concientemente le dije que no a las dos invitaciones y lo pasé chancho con puros solteros que nos juntamos a conversar sin darnos regalos ni nada. Aunque el local era re fome y lo del karaoke era un mito, podríamos decir que vimos a Carlos Pinto. Aunque tampoco es verdad. Pero casi. Igual practicamos cómo nos veríamos congelados por si aparecía entre una nube de humo…

Yo también me he superado muchas veces, como cuando me cambié de colegio por primera y única vez, y era un poco chúcara con una niña que me tuvo mala desde que me vio. Así como que sentí the real envidia teniendo apenas 10 años, porque ella era la eterna matea que todos odian, pero como era tan buena alumna, nadie le decía nada para que le prestaran los cuadernos. En cambio a mí me retaban en clases, pero fui presidenta de curso apenas llegué. Y así nos íbamos. El tema es que nos hacían hacer filas afuera de la sala y me ponía detrás de ella para puro molestarla. Yo le decía que avanzara y ella hacía como que no me escuchaba. Un día enojada me dijo “empújame”. Y yo escuché clarito “escúpeme”.
Y como siempre he sido obediente, la escupí.
Ella salió corriendo al baño y cuando me dijeron que el tema era “empújame”, tuve que ir a pedirle disculpas. Mis amigos me pusieron después Cote “Guanaco” Arriagada y eso que fue la única vez que escupí a alguien. Yo creo que fui como el precedente de la marcha pingüina contra los guanacos. Y me superé a mí misma porque de pasar a ser la única niña que en 5º básico tiraba escupos, años más tarde me hice súper amiga de la matea. Pura superación.

Y me superaré este fin de semana que al fin me voy de vacaciones. Que después de semanas pensando en si me voy o no, si salgo dos días o dos semanas, que para que voy a salir ahora que queda tan poco para clases, que el trabajo, se acabó: me tomo una semana.
Y me iré a tomar sol con mi nuevo bikini brasileño que viene en camino. Me miraré el ombligo 7 días non.stop hasta encontrarle alguna nueva gracia. Me intoxicaré de series pirateadas en dvd comiendo rico y durmiendo hasta tarde. O sea, me superaré en niveles de flojera y languidez nunca antes conocidos, pero no tendré ni una pizca de vergüenza.
Así estaré esperando mi cita el día lunes con Elmer Figueroa, más conocido como Chayanne, claro. Y apagaré mi celular porque nadie me despegará de la tele hasta que él termine su presentación, le tiraré besos a la pantalla, maldeciré a su señora, bailaré con “Torero”, me dedicaré “Próvocame” y así, hasta que termine.

Todo esto para prepararme de mi próxima crisis existencial, porque volveré para cumplir mi primer cuarto de siglo. Así como el tercio del camino hacia mi jubilación. O la mitad del camino a tener nietos… demasiado para una guachomina como yo.

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jueves, 14 de febrero de 2008

Yo Odio a San Valentín

Porque el 2004 tenía un loco amor de verano y todo demasiado bien hasta que al guachón se le ocurrió volver a su país. El día 13. Y tuvimos una despedida como de película con esas promesas tontas como que él se venía a vivir acá y yo a vacacionar allá. Nunca más supe de él.

El 2005 llevaba saliendo como 2 meses con un guachón para esta fecha. Pero yo jugaba a la indiferente y él se lo tomó muy a pecho. Demasiado. Ni ahí con San Valentín, ni un mensaje tierno me llegó siquiera.
Y me junté con mis amigas a pelar a los guachones. Que San Valentín a las pailas, si igual soy feliz. Lo patee a la semana.

Año 2006 tenía guachón-pololo y yo saltaba en una pata. Casi no dormí la noche anterior porque estaba esperando mis globos con forma de corazón inflados con helio en la puerta de mi casa. Y flores apenas amaneciera, con un mensaje enfermo de romántico.
¿Y?
¡Nada!
¡Guachón fome y anti romántico! Se acordó el día anterior y partió apurado a comprarme un peluche. Uno más, ya ni me acuerdo cuál fue ése.
Macabro. Con pololo, pero poco galante tampoco vale. Me empezó a caer mal San Valentín.

Año 2007, con el mismo guachón. Yo ya le había dicho que se había portado enfermo de siniestro conmigo el 14 pasado. Que merecía recompensa. Que jugara si quería llegar al repechaje, que yo me merecía un San Valentín como la gente, como el que muestran en las películas.
Nada.
Si con la gente que es fome desde la cuna, nada que hacerle. Como yo estaba en la playa llegó el fin de semana con: ¡un peluche!. En esa época empecé a odiar a San Valentín. Y de pasadita, al señor Village también.

Año 2008. Soltera todo el rato, pero mina.
Chao con los pololos si no se esmeran, al final es igual que los años en que tenía guachón, con la diferencia en que no tengo que gastar yo en regalos que sí valen la pena. O sea, ahorro al máximo.
Y me voy a tomar con un grupo de guachominas, todas demasiado regias, simpáticas y prendidas. Toda la noche. Y pelaremos a todos los guachones. Y le sacaremos la lengua a todas las parejas. Así, toda una celebración contra el 14.
Yo odio de frentón a San Valentín.

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viernes, 8 de febrero de 2008

¡Tiembla Pirque!

Mañana tengo matrimonio. O sea, no el civil que es hoy, sino la celebración. A la hora de almuerzo. Parcela en Pirque. Piscina y bikini. Estoy nerviosa:

¡Quién va a un matrimonio en bikini!
La Cote, obvio.

Y ayer dejé loca a la niña de una tienda, explicándole con dibujo el bikini que quería, rebajado acá, pero con tiritas acá, en fin. Me probé 20. Fácil. De reojo la miraba y la pobre se agarra la cabeza a dos manos. Cuando elegí el modelo le dije “¿Y no lo tiene con brillitos?”, me echó una mirada así como Hannibal en el Silencio de los Inocentes. “Es que es para un matrimonio”, le decía yo para convencerla porque obvio que no me creyó, mientras me tiraba indirectas como que había que cerrar la tienda.

Me dan susto las fotos de la posteridad, donde nadie me diría “Cote, qué lindo tu vestido!”, sino que “¿Y ese bikini?”… aunque eso sería piola, lo terrible sería “Oye Cote, cómo vas a la piscina así?”.
Y yo estoy estresada. Hoy llego a ponérmelo sólo para saber cómo se pesca el ramo de novia en bikini.

Pero estoy feliz porque me encantan los matrimonios y este es muy especial porque es de uno de mis primos regalones. Y he ido a muchos y eso me recuerda la película “27 bodas” y yo no quiero llegar a eso. Yo creo que con 10 estamos bien antes del propio… ó 20 a todo reventar.
Por mientras, desfilo en bikini, hasta que me acostumbre.
¡Tiembla Pirque, allá voy!


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martes, 29 de enero de 2008

Estamos Rodeadas, Vieja

Debo haber repetido esa frase, mínimo, diez veces el sábado por la noche. Guachomino al que le echaba el ojo era gay.
Al principio pensé que era prejuicio mío, porque en verdad a los hombres les cuesta vestirse bien y yo los veía a todos con tenidas dignas de la tienda Zara. Pero no: ¡Eran todos gays!

Para colmo, no contentos con privarme de una noche como la gente, pasaban al lado mío pisoteando mi ego, sin mirarme siquiera, mientras le hacían ojitos a otro guachón que estaba junto a mí en la barra. Que también era muy mino, pero ya le había pedido fuego y me encendió el cigarro con la misma coquetería que lo haría un hermano.
Y le hacía ojitos al barman. Gay.

“Estamos rodeadas, vieja”, le decía a mi guachi-amiga con cara de funeral, mientras ella tentada de la risa, me decía que para qué me iba a deprimir si ellos eran los que se perdían las medias minas, mientras yo me conformaba mirándome, porque es cierto y aunque viene de cerca la recomendación, nos veíamos demasiado minas.

Pero igual me quería enterrar.
Le dije que me iba a quedar en la casa encerrada hasta que se terminara esta moda, porque ni siquiera podía jugar “a lo Spiniak” si incluso los pendex andan con esa bisexualidad a flor de piel. Que mira todo lo que me demoré arreglándome, ¡sólo para que un gay me preguntara dónde había comprado mi linda polera!

Tenía un inmenso mohín en la cara y al final opté por lo sano.
Acepté bailar con un gay que, pese a ser cero target guachón y además tener cero posibilidades, bailaba demasiado bien.

Y lo perdí cuando tocaron Madonna, porque se fue corriendo al escenario y de ahí no pude bajarlo más.

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domingo, 20 de enero de 2008

En Búsqueda del Don

Cuando era niña era seca jugando tenis. O sea, papá que es seco y fanático, se puso chocho al ver que su primogénita había heredado el don. Y yo, después de haber probados otros deportes, también pensé: “¡Esto es lo mío!” así que partía más embalada que nadie, incluso los fines de semanas, ahí, en medio de la cancha soñando con el Wimbledon. Bueno, no sé si tanto, pero igual quería participar en torneos y cosas así.

Lo malo es que la gracia me duró como un año solamente, porque justo ahí quedé ciega. Pero the real ciega, así como la Esmeralda en esa teleserie cebolla que daban hace años en RedTV, donde se lo llora todo por el protagonista que está enamorado de la hermana y de ella no, porque es ciega, pero recupera la visión en el último capítulo y se casan igual.

El tema es que yo me “hice un Esmeralda” y estaba ciega, o sea, no veía nada como a un metro de distancia, entonces dejé de darle a la pelota. Papá se agarraba los pocos pelos que tenía, histérico, pensando en que su niña había perdido el don y se cansaba de darme instrucciones, cuando al final el tema era que yo sólo veía una mancha amarilla. Y en esas condiciones, era más sano esquivarla para evitar un moretón en la cara que lograr responderla al otro lado de la red.
Y después el oculista, muy poco práctico, me recomendó unos potos de botella, que obvio que no me servían ni para el estilo ni para correr muy rápido. Después los lentes de contacto que se endurecían con el polvo y así, puros problemas. Al final, “tiré la raqueta” como dicen los profesionales y nunca volví al temita.

Todo esto es motivo de chiste en mi casa, porque cada vez que papá va a jugar tenis yo le recuerdo que tenía el don, que si no hubiera sufrido “un Esmeralda” hoy sería súper famosa, viajando con una raqueta al hombro y sería la novia de Fernando González, porque claro, no hay ninguna chilena que le haga el peso y por eso pololea con la argentina, pero después de verlo en el comercial de Hass, te apuesto que hubiera sido yo la nueva novia de Chile.
En fin… El otro día papá me pilló volando bajo y me dijo que, como ahora estaba operadita de mis lindos ojitos y tenía vista 20/20, debería volver a jugar. Y a mí me picó el bichito.

Mamá me dijo que era por González, pero yo le respondí que no, es por el don.
Porque asumiendo que yo sufro de miles de síndromes –como del cantante incomprendido, el de Zamorano, el de la Guachomina Intimidante, el del Antílope y otros- es demasiado importante tener dones. Así como para compensar yo creo. Y hay que ser muy bestia para tenerlos y después perderlos. Y yo puedo ser muchas cosas, pero no bestia.

Lo único malo de todo esto es que papá tiene un muy mal concepto de los deportes. Porque es como los “hermanos dolor”, o sea, si no hay sufrimiento, no hay ejercicio. Yo le digo que está mal enfocado, si igual la gracia es disfrutar del paleteo, pero él no. Si jugamos tenis tiene que ser a la hora en que las palomas caen asadas, tipo 14.00 horas, al menos jugar una hora sin descanso y sin agua.

Y aquí estoy ahora, preparándome mentalmente para un partido de tenis con el papá. Estoy nerviosona, lo admito, además como que me fijé que no tenía ninguna tenida para hacer ejercicio y él me dice que es porque soy demasiado floja. Yo le digo que soy seca, lo que pasa es que mis actividades que queman calorías no aparecen en los juegos Olímpicos. Papá me mira feo porque es súper mal pensado y yo le digo que por bailar tampoco te dan medallas. Cien puntos para mí. Se ríe y me dice que en la cancha veremos mi estado físico. Y yo, si a algo le tengo poca fe, es a mi estado físico.

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miércoles, 9 de enero de 2008

Cuestión de Peso

Debo admitir que cuando vi la propaganda de este programa lo encontré harto patético.
O sea, la gente gordita sufre, entonces eso que los hicieran bailar con una polera que te recuerda todos los días cuánto pesas lo encontré atroz. Y que después los obligaran a pesarse frente a todo Chile en una balanza gigante… ¡macabro más encima! Para colmo, todos los doctores y nutricionistas que están en el panel tienen pinta de anoréxicos. O será el efecto de verlos al lado de los gorditos… no sé, pero pintaba para deprimente el tema.

Pero obviamente apenas pude vi un capítulo. Y me cargan estos programas tipo reallity. En verdad, me cargan porque yo me engancho, siempre me sé la vida de todos los participantes, sufro con ellos y les mando mensajes desde mi televisor como si me escucharan. Pero con estos gorditos es peor, hasta me he puesto a llorar con sus historias. Es que esa talla de que los gordos no ven por donde hacen pis es un pelo de la cola, al lado de una niña gordita que nunca ha dado un beso.
Atroz de macabro.

Me la sufro todo el programa y si estoy comiendo, dejo al tiro el plato de lado. Así como para solidarizar yo creo. Y olvídate de los dulces y otras cosas, si cuando voy comiendo un helado en la calle yo lo escondo de los gorditos. No porque crea que me lo van a quitar, como me dijeron una vez, sino porque en el programa dicen que no hay que tentarlos.

Hace poco dieron un especial del mórbido más mórbido del mundo. Y yo venía llegando de clases muerta de hambre y cansancio, así que me puse a comer en la cama tipo 11 de la noche. Pero cuando lo vi postrado en su cama por años me vino un ataque múltiple y dejé de comer, mientras le decía a mi mamá que yo nunca quería ser morbi, así que no me dejara comer nunca más. Obvio que me obligó igual, pero me estaba haciendo mal esto de deprimirme por comer, así que tuve que cambiar el canal no más.

Pero volviendo a “Cuestión de peso”, me acordé de este programa porque me junté con una guachi-amiga a almorzar y con todo esto del verano y los bikinis, nos hizo pasar de largo por los platos ricos y volcarnos por un “atún al plato”. Bueno, mi amiga anda harto más embalada que yo con el asunto y me contó que ella tenía su propio “Cuestión de peso” en la casa.

Y yo me atoré con la lechuga imaginándome al tío en la pesa.

Pero no, ella no más está participando y se tiene que pesar todos los días. Y yo la compadezco con el alma porque yo no me podría auto-infringir ese daño diariamente.
Lo más chistoso es que me cuenta que hace una semana la echaron – ¡de su propio concurso!- porque había subido de peso.
Y que se iba de vacaciones e iba a comer de todo igual no más, porque pensaba a la vuelta entrar a su programa por repechaje...

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miércoles, 2 de enero de 2008

2008 de Amarillo y Cantando

El 31 nos juntamos toda la familia en la parcela de mi primo y con mi hermana estábamos re preparadas, métale bajando música prendida para bailar toda la noche. Llegamos y estaba la full producción, es como cosa de familia parece. Yo era la encargada del cotillón así que llevaba bolsas con sombreros, antifaces, pulseras luminosas y cosas así. Pero la casa estaba preciosa y más encima, en el patio –bueno, la parcela- estaban las mesas, demasiado decoradas y…
Ahí le vi. La pantalla blanca y un equipo de música: ¡karaoke!
Debo admitir que me tenía nerviosona el tema, hacía como que hablaba pero de reojo le coqueteé toda la noche al karaoke. O sea, yo tengo el problema del cantante incomprendido, ese que canta muy bien pero el resto no le escucha tan bien, pero las ganas de poner mi canción favorita y cantarla a todo chancho no me la quitaba nadie.

Después de la cena, mi tío casi nos hizo llorar a todos, pero dulcemente. Hizo un video con fotos pero the real antiguas, así como cuando las cámaras tenían un pajarito y se disparaban con polvo incluido. Mis abuelitos ya salían abuelitos, así que todavía no sé cómo eran de jóvenes, pero después empezaron a desfilar en las fotos mis papás y mis tíos, en esa época en que todos eran regios y galanes (ja).
¡Y mi papá tenía pelo!
O sea, no es como que yo no supiera, si sabía que en algún pasado tuvo así como por lógica, pero nunca lo vi y no le creía que fuera chascón tampoco, si papá es joven y pelado. Pero sí era chascón y parece que de ahí yo saqué mis rulos. Mi mamá se veía regia y no sé cómo me discute por seguir la moda, si ella parecía portada de revista de la nueva ola (Y le tiré el carnet!) También salíamos todos los primos, en unas pintas que gritaban “ochentenas”, cuál de todos peor, si yo creo que afortunadamente uno mejora con los años, pero muy lindos los recuerdos.

Pero volvamos al tema del karaoke.
Así como pocas veces ocurre conmigo, me hice de rogar. Pero en serio, si apenas prendieron el equipo el público gritaba –bueno ya, mi familia- “Cote, Cote”, y a mí como esos gritos me hacen sentir famosa, pero igual me dio pánico escénico.
Hasta que salió la canción de Chayanne. Y tuvieron que sacar mesas del medio porque si digo que me abalancé al escenario, es poco. Más encima con un kilo de cotillón encima y los cables, fue show. ¡Incluso me grabaron! (admito que estaba embalada) Y mi tío está amenazado con demanda si lo sube a youtube, porque no quiero desperfilarme siendo tan joven.
Ah y me compré ropa interior amarilla. Me la puse y es tan linda, que creo que la ocuparé el resto del año también.

Recibí casi todos los abrazos que quería, me junté con los que más quiero y nos reímos hasta hacer micro-abdominales. Bailé con mis sobrinos, sobre todo con Daniel, que insistía en que lo tomara en brazos para seguir los pasos de las sonoras varias. No sé cómo no nos caímos, pero todavía escucho sus risas cuando lo hacía girar.
Ojalá que sea cierto que lo del 1º de enero es un designio de lo que viene para el año, porque éste estuvo increíble.

¡Saludos a todos! ¡Espero que hayan tenido un Año Nuevo increíble!

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