A mí siempre me gustaron las marchas y esas cosas. Participé en todas las que me invitaron incluso aquella memorable, en que fuimos a reclamar a la embajada de Estados Unidos por un periodista muerto en ese país, al que fuimos 12 personas.
Sí, ¡doce personas! y fue tan ridícula la situación -porque habíamos avisado a la prensa que íbamos e incluso pedimos los permisos municipales y un gran contingente de carabineros nos esperaba- que incluso “el equipo de fuerzas especiales” se reía de estos doce pelagatos que con dos carteles, optaron por irse desde la plaza Baquedano en metro, porque en verdad, era inútil que tratáramos de detener una pista de la Alameda.
En realidad el momento peak de esa jornada fue cuando los propios guardias de la embajada, un tanto enternecidos por nuestros gritos que se perdían en la calle, nos “soplaron” que tomáramos piedras y las golpeáramos contra una reja de contención que nos habían puesto –sí, para nosotros doce- con tal de hacer algo de ruido. Obviamente que a la hora, cansados de tanto golpear y cuando “el” diario que llegó se negó a tomarnos ni siquiera una foto, desistimos.
Pero también fui a otras mejores, más preparadas y con mejor convocatoria, como las famosas marchas de los pingüinos por el pase escolar, donde descubrí que soy bien cobarde porque apenas vi asomar al temido “guanaco” corrí todo lo que me dieron las piernas y cuando volví a ver, me encontraba sola en Avenida Matta! (y estábamos en Alameda, para que vean cómo corro con susto).
Y para la protesta contra la Apec en Chile me embalé, participé en el foro social chileno e incluso ayudé en la organización del evento. En esa época yo todavía pensé que iba a ejercer algún día de periodista, así que con cámara de fotos en una mano y la grabadora en la otra, recorrí varias cuadras en una protesta que partió muy cultural y entretenida.
Claro que igual llegaron los vándalos de siempre y nos echaron todo el plan por el suelo, y esa vez conocí el significado de los limones en las marchas. De hecho recuerdo que con unos amigos quedamos encerrados, entre los carabineros que llegaron tirando bombas lacrimógenas y una reja de contención, angustiados con los ojos cosidos cuando a un amigo le llega un limón. En la cabeza. Mi primera reacción fue una carcajada e insistir en sacarle una foto al chichón –que obvio no me dejó- y ahí me explicó que era para comerlo. Mi cara de duda delató mi poco conocimiento del tema –le expliqué que yo siempre arrancaba en ese momento- y apenas metió la mitad de un limón en mi boca volví a respirar.
Grande fue mi sorpresa al ver que los vecinos de Parque Bustamante nos lanzaban limones que nosotros tratábamos de alcanzar y repartir entre todos. Yo me quedé parada al medio viendo la tamaña solidaridad mientras pensaba que eso era casi como la Teletón de los Protestantes y sacando fotos como loca, hasta que alguien me agarró de un ala y me llevó corriendo porque ya habían comenzado a caer las primeras molotov. Y corriendo llegué a Pedro de Valdivia, así como Forest, Ja!
Y me acordé de todo esto cuando ayer, a eso de las 9 de la mañana, comenzaron las primeras “marchas” por Paseo Ahumada de numerosos manifestantes. No sé de qué grupo eran, pero se escuchaban cosas como “Libertad! Libertad! Qué chucha es esa wea!” –muy educativos- que yo estaba coreando feliz, desde el 7º piso, a ver si sentían mi apoyo.
Claro que a eso del medio día comenzaron las bombas lacrimógenas, y yo métale sacando fotos con mi celular asomada a la ventana, así que me llegó reto porque la oficina estaba pasada a gas picante. La cosa es que tuve que bajar después a comprar café y abajo si que no se podía andar. No alcancé a caminar un par de cuadras cuando parecía Mr. Magoo tropezando con todo, porque no podía abrir los ojos siquiera.
Y de repente lo vi, como una alucinación, más bien un oasis, en medio de Paseo Ahumada, un chico con limones bajo el brazo. Yo emocionada partí a su encuentro, recordando la solidaridad de antaño, y le estiro mi brazo media ciega aún, cuando escucho un “a gamba los limones, reina” y yo cuac!
“Cómo que a gamba!”- le recriminé, “Si poh, reina, no ve que con la helada subieron todos los precios!”…
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jueves, 30 de agosto de 2007
miércoles, 29 de agosto de 2007
Me voy a Sindicalizar
Uno de los ramos que me toca este semestre es derecho laboral y yo estoy feliz.
Me encanta eso de que te enseñen tus derechos como trabajador, las formas de sindicalizarse y porqué la huelga es legal y el paro no lo es -mi dato cultural del día, ja!-
El ramo partió bien fome -porque en realidad la profe es bien ídem-, pero se superó cuando utilizó una frase de oro que nos pidió que la subrayáramos, porque era así como la clave del ramo: “El poder colectivo tiene más fuerza que el poder individual”. Y en esa simple frase resumía una idea muy clara: si quieres reales cambios y más beneficios para los empleados, viva la sindicalización y la negociación colectiva, porque dos cabezas piensan más que una y obvio, dos en huelga son mejor que uno y así…
Yo llegué chocha con la idea a la oficina al día siguiente, pensando en los cambios que quería para mi vida laboral e imaginando el pliego de peticiones que le haría a mi jefe-papá, desde regular mejor los horarios -porque entre nos, trabajar con papi no te garantiza salir a la hora- hasta ideas para decorar la oficina. Y de pasadita aprovecharía de pedir una tele en mi oficina también, ¡porque él tiene y yo no! ¡Súper injusto!
Y ahí como que me acordé que yo trabajo sola con mi jefe…
O sea, la fuerza colectiva se me había ido a las pailas en un segundo, así que me puse de cabeza a buscar aliados. Don Sergio (mi ascensorista favorito) es tan pero tan tranquilo, que me dio sueño cuando iba a contarle. Ni hablar del administrador del edificio que debe tener mínimo 70 años, entonces, la revolución ya corrió por sus venas hace rato. Y don Juanito es súper chacotero, demasiado en verdad, así que cero posibilidad de hacer presión con él.
Me quedó la oficina. Miré al calentador de agua y me miró feo, porque desde la última vez que lo estrellé en el piso funciona a medias y hace un ruido horrible, que yo siento como castigo hacia mi persona. Ni hablar del refrigerador que lo tengo más vacío que estante en guerra. En realidad no tenía a nadie… ni a nada!
Así que en virtud de mi extrema soledad me traje hoy un peluche, el Minino, y lo puse estratégicamente sobre mi escritorio como vigilando la puerta. Mi papá, con olfato digno de jefe anti-sindicalista, me preguntó de inmediato qué hacía ahí. “Bah! Lo traje para acompañarme!”, le dije y se fue murmurando de la oficina.
Así que mientras mi jefe se acostumbra a que ya no estaremos solos en la oficina y que habrá más personajes que lucharán conmigo por nuestros derechos, tengo al Sr. Conejo guardado en el cajón.
Por ahora.
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Me encanta eso de que te enseñen tus derechos como trabajador, las formas de sindicalizarse y porqué la huelga es legal y el paro no lo es -mi dato cultural del día, ja!-
El ramo partió bien fome -porque en realidad la profe es bien ídem-, pero se superó cuando utilizó una frase de oro que nos pidió que la subrayáramos, porque era así como la clave del ramo: “El poder colectivo tiene más fuerza que el poder individual”. Y en esa simple frase resumía una idea muy clara: si quieres reales cambios y más beneficios para los empleados, viva la sindicalización y la negociación colectiva, porque dos cabezas piensan más que una y obvio, dos en huelga son mejor que uno y así…
Yo llegué chocha con la idea a la oficina al día siguiente, pensando en los cambios que quería para mi vida laboral e imaginando el pliego de peticiones que le haría a mi jefe-papá, desde regular mejor los horarios -porque entre nos, trabajar con papi no te garantiza salir a la hora- hasta ideas para decorar la oficina. Y de pasadita aprovecharía de pedir una tele en mi oficina también, ¡porque él tiene y yo no! ¡Súper injusto!
Y ahí como que me acordé que yo trabajo sola con mi jefe…
O sea, la fuerza colectiva se me había ido a las pailas en un segundo, así que me puse de cabeza a buscar aliados. Don Sergio (mi ascensorista favorito) es tan pero tan tranquilo, que me dio sueño cuando iba a contarle. Ni hablar del administrador del edificio que debe tener mínimo 70 años, entonces, la revolución ya corrió por sus venas hace rato. Y don Juanito es súper chacotero, demasiado en verdad, así que cero posibilidad de hacer presión con él.
Me quedó la oficina. Miré al calentador de agua y me miró feo, porque desde la última vez que lo estrellé en el piso funciona a medias y hace un ruido horrible, que yo siento como castigo hacia mi persona. Ni hablar del refrigerador que lo tengo más vacío que estante en guerra. En realidad no tenía a nadie… ni a nada!
Así que en virtud de mi extrema soledad me traje hoy un peluche, el Minino, y lo puse estratégicamente sobre mi escritorio como vigilando la puerta. Mi papá, con olfato digno de jefe anti-sindicalista, me preguntó de inmediato qué hacía ahí. “Bah! Lo traje para acompañarme!”, le dije y se fue murmurando de la oficina.
Así que mientras mi jefe se acostumbra a que ya no estaremos solos en la oficina y que habrá más personajes que lucharán conmigo por nuestros derechos, tengo al Sr. Conejo guardado en el cajón.
Por ahora.
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lunes, 27 de agosto de 2007
No a la Mala Actitud
Yo sé que la gente anda enojada con el transantiago, con sus trabajos y los jefes abusadores. Y con las vacaciones que son tan cortas y con el Senado que no quiere dar el sándwich patriótico sin que lo recuperemos, siendo que ellos no “trabajarán” hasta octubre. Y así, miles de cosas ¡Pero eso no es motivo de malas actitudes!
Me tocó ir a pagar el teléfono de la oficina –que se me había olvidado, lo cortaron, me retaron y partí corriendo Jiji- y como iba tan apurada no me acordé que abren a las 9 y yo llegué como 15 minutos antes, así que me puse a esperar. En verdad, soy buena haciendo eso, porque hace un tiempo decidí que no me iba a estresar más por esas tonteras: si estoy manejando y quedé en medio de un taco, yo canto y voy feliz, porque en realidad no saco nada con sacarle la mamá, el primo, la abuela y el perro al pobre hombre que se olvidó echarle bencina al auto antes de meterse a la autopista, y ni hablar de la pobre mujer que no sabe cómo qué pana le afectó y quedó parada en medio de una avenida principal. De hecho ni siquiera reclamo cuando voy al banco y hago colas eternas, porque al final por mucho que uno reclame, grite y patalee, queda igualita en el mismo puesto.
Y como últimamente ando por la vida buscando la sanidad mental y para mí, todo es cosa de actitud, decidí que la “buena actitud” está de moda. Y punto.
Volviendo al tema, hoy éramos como 15 los que esperábamos que abrieran la famosa Telefónica y en forma natural se hicieron dos filas. Yo no sé cómo quedé estratégicamente puesta justo en medio de una de ellas y pasaban y pasaban los minutos, mientras yo estaba muy entretenida tratando de sacarle una foto con mi celular a una paloma que estaba acostada y ¡durmiendo en la vereda! (En realidad se veía muy chistosa, en fin…)
Dos señoras se pusieron detrás de mí y ¡Tate! Cuando el reloj marcó un minuto para las 9 de la mañana la gente empieza a moverse como tratando de acercarse más a la puerta que por cierto, aún no abrían. Y justo llega esa señora, la que viene corriendo con cara de “estoy muy apurada para esto” y que a punta de codazos trata de quedar de las primeras, cuando obviamente había llegado de las últimas. A mí en verdad me dio lo mismo, pero a las señoras de atrás no y empezaron con un “¡Ah no! ¡La gente patuda! ¡Quiere colarseee!" Mientras trataban de cerrarle el paso, ja! (¿Han notado que todos hablan de los “otros”, pero al famoso patudo nadie le dice nada en su cara?)
En fin… Todo bien hasta que me llega el primer empujón. El segundo y el tercero. Ahí ya me empecé a molestar así que traté de avanzar un poco y PAF! El cuarto empujón. Miré con cara de pocos amigos a la señora quien me susurró una disculpa y cuando me di vuelta de nuevo como para entrar, PAF, el quinto empujón y terminé casi en brazos del abuelito que estaba delante de mí.
La verdad es que en un momento pensé en darme vuelta y pegarle un grito a la señora empujona, pero como quedé literalmente abrazada y embrasilada al abuelito en cuestión, me dio un ataque de risa mientras trataba de tranquilizarlo, porque ya veía que le daba un soponcio al pobre. Y ya riéndome era imposible que le dijera algo a la señora empujona, así que la dejé pasar no más, total, debe haber estado más apurada que yo.
Entonces… me quedé pensando en comenzar una campaña contra la gente de malas actitudes ¡porque no me gustan no más! Y pensé en “Piteate un mal actitudoso” y no me tincó, primero porque dudo que exista esa palabra y después porque esa campaña era bien mafiosa, entre nos. Así que decidí que podía dedicarme en mis momentos de ocio a transformar a la gente con mala actitud: ¡con dosis de ternura soberanas!
Así que si ven a alguien en medio de un taco, tirándole besos a todos los que tocan y tocan la bocina, ¡salúdenme, porque seré yo!
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Me tocó ir a pagar el teléfono de la oficina –que se me había olvidado, lo cortaron, me retaron y partí corriendo Jiji- y como iba tan apurada no me acordé que abren a las 9 y yo llegué como 15 minutos antes, así que me puse a esperar. En verdad, soy buena haciendo eso, porque hace un tiempo decidí que no me iba a estresar más por esas tonteras: si estoy manejando y quedé en medio de un taco, yo canto y voy feliz, porque en realidad no saco nada con sacarle la mamá, el primo, la abuela y el perro al pobre hombre que se olvidó echarle bencina al auto antes de meterse a la autopista, y ni hablar de la pobre mujer que no sabe cómo qué pana le afectó y quedó parada en medio de una avenida principal. De hecho ni siquiera reclamo cuando voy al banco y hago colas eternas, porque al final por mucho que uno reclame, grite y patalee, queda igualita en el mismo puesto.
Y como últimamente ando por la vida buscando la sanidad mental y para mí, todo es cosa de actitud, decidí que la “buena actitud” está de moda. Y punto.
Volviendo al tema, hoy éramos como 15 los que esperábamos que abrieran la famosa Telefónica y en forma natural se hicieron dos filas. Yo no sé cómo quedé estratégicamente puesta justo en medio de una de ellas y pasaban y pasaban los minutos, mientras yo estaba muy entretenida tratando de sacarle una foto con mi celular a una paloma que estaba acostada y ¡durmiendo en la vereda! (En realidad se veía muy chistosa, en fin…)
Dos señoras se pusieron detrás de mí y ¡Tate! Cuando el reloj marcó un minuto para las 9 de la mañana la gente empieza a moverse como tratando de acercarse más a la puerta que por cierto, aún no abrían. Y justo llega esa señora, la que viene corriendo con cara de “estoy muy apurada para esto” y que a punta de codazos trata de quedar de las primeras, cuando obviamente había llegado de las últimas. A mí en verdad me dio lo mismo, pero a las señoras de atrás no y empezaron con un “¡Ah no! ¡La gente patuda! ¡Quiere colarseee!" Mientras trataban de cerrarle el paso, ja! (¿Han notado que todos hablan de los “otros”, pero al famoso patudo nadie le dice nada en su cara?)
En fin… Todo bien hasta que me llega el primer empujón. El segundo y el tercero. Ahí ya me empecé a molestar así que traté de avanzar un poco y PAF! El cuarto empujón. Miré con cara de pocos amigos a la señora quien me susurró una disculpa y cuando me di vuelta de nuevo como para entrar, PAF, el quinto empujón y terminé casi en brazos del abuelito que estaba delante de mí.
La verdad es que en un momento pensé en darme vuelta y pegarle un grito a la señora empujona, pero como quedé literalmente abrazada y embrasilada al abuelito en cuestión, me dio un ataque de risa mientras trataba de tranquilizarlo, porque ya veía que le daba un soponcio al pobre. Y ya riéndome era imposible que le dijera algo a la señora empujona, así que la dejé pasar no más, total, debe haber estado más apurada que yo.
Entonces… me quedé pensando en comenzar una campaña contra la gente de malas actitudes ¡porque no me gustan no más! Y pensé en “Piteate un mal actitudoso” y no me tincó, primero porque dudo que exista esa palabra y después porque esa campaña era bien mafiosa, entre nos. Así que decidí que podía dedicarme en mis momentos de ocio a transformar a la gente con mala actitud: ¡con dosis de ternura soberanas!
Así que si ven a alguien en medio de un taco, tirándole besos a todos los que tocan y tocan la bocina, ¡salúdenme, porque seré yo!
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viernes, 24 de agosto de 2007
¿Es para Mí? (ouch!)
Desde chiquita me dijeron que era una falta de respeto decir que no me gustaba algo que me regalaran. O sea, filo con el pijama que te regaló la abuela que es digno de una contemporánea suya, ni hablar de los juegos de plumas que ni puedo ocupar porque me mancho entera que me regala un tío y así, miles de cosas. Lo importante era agradecer el regalo y si después no había caso que me gustara, lo cambiara.
Ojo, ¡no es que sea malagradecida! De hecho los mejores regalos han sido los que me han hecho mis amigos con sus propias manitos, pero hay cosas que no podría ocupar aunque quisiera…
Y como yo soy muy gestual para mis cosas, aunque trate de hacerlas de niña bien, se me nota al tiro cuando algo no me gusta. De hecho mi mueca anda por ahí no más con la que hago cuando mami me insiste en que prueba cosas de comida -que yo sé que no me van a gustar, pero me obliga igual porque me dice que no puedo decir que no me van a gustar si no las he probado nunca- diálogo que siempre termina por lo demás con mi nariz arriscada, un “mañosa!” por parte de ella y un “selectiva!” por parte mía.
En fin, la cosa es que me acordé de esto de los regalos poco deseados porque ayer me dio un ataque múltiple de risa cuando me enteré del último regalo de mi amigo: ¡Una tortuga de agua! Y a mí me encantan las mascotas pero a él no lo vuelven loco, y debo coincidir en que las encuentro re fomes porque andan por ahí no más con los peces, o sea, no los puedes sacar para hacerles cariño (se muere!), no te hacen gracias, no te reconocen cuando les hablas y ni siquiera pueden dormir contigo: en resumen ¡para qué quieres una mascota si no pueden hacer eso!
Y los amigos que llegaron con el regalo, más encima, orgullosos como ellos solos porque evitando comprar el típico obsequio –una botella de ron- habían optado por darle mejor vida a un animalito acuático destinado a vivir en un petshop. O sea, GreenPeace es una alpargata al lado de estos niños.
Hasta el momento el famoso regalo ha resultado un cacho. Al primer día ya había gastado 15 lucas para el termostato de la famosa criatura –no se fuera a pasar de frío-, y para peor, le cuentan que la maravilla acuática crece como 5 veces más del tamaño que ya tiene, lo que significa que la próxima inversión será doblemente onerosa para ajustarse al tamaño “adulto”, ajajaaj. Ni hablar de lo “feliz” que anda porque acaba de enterarse que hoy tiene que gastar 5 lucas más por una rejita.
Pese a todos mis intentos aún no le pone nombre –fundamental para tener una mascota creo yo- aunque a medida que pasa el tiempo las cosas están mejor. De hecho me admitió que la famosa tortuga hasta se veía bonita nadando y que al final, era como un hijo no deseado que estaba obligado a amar no más.
Y yo, estoy esperando que llegue su cumpleaños pronto, porque con tal de ver su cara, ahora estoy pensando en regalarle un canario!
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Ojo, ¡no es que sea malagradecida! De hecho los mejores regalos han sido los que me han hecho mis amigos con sus propias manitos, pero hay cosas que no podría ocupar aunque quisiera…
Y como yo soy muy gestual para mis cosas, aunque trate de hacerlas de niña bien, se me nota al tiro cuando algo no me gusta. De hecho mi mueca anda por ahí no más con la que hago cuando mami me insiste en que prueba cosas de comida -que yo sé que no me van a gustar, pero me obliga igual porque me dice que no puedo decir que no me van a gustar si no las he probado nunca- diálogo que siempre termina por lo demás con mi nariz arriscada, un “mañosa!” por parte de ella y un “selectiva!” por parte mía.
En fin, la cosa es que me acordé de esto de los regalos poco deseados porque ayer me dio un ataque múltiple de risa cuando me enteré del último regalo de mi amigo: ¡Una tortuga de agua! Y a mí me encantan las mascotas pero a él no lo vuelven loco, y debo coincidir en que las encuentro re fomes porque andan por ahí no más con los peces, o sea, no los puedes sacar para hacerles cariño (se muere!), no te hacen gracias, no te reconocen cuando les hablas y ni siquiera pueden dormir contigo: en resumen ¡para qué quieres una mascota si no pueden hacer eso!
Y los amigos que llegaron con el regalo, más encima, orgullosos como ellos solos porque evitando comprar el típico obsequio –una botella de ron- habían optado por darle mejor vida a un animalito acuático destinado a vivir en un petshop. O sea, GreenPeace es una alpargata al lado de estos niños.
Hasta el momento el famoso regalo ha resultado un cacho. Al primer día ya había gastado 15 lucas para el termostato de la famosa criatura –no se fuera a pasar de frío-, y para peor, le cuentan que la maravilla acuática crece como 5 veces más del tamaño que ya tiene, lo que significa que la próxima inversión será doblemente onerosa para ajustarse al tamaño “adulto”, ajajaaj. Ni hablar de lo “feliz” que anda porque acaba de enterarse que hoy tiene que gastar 5 lucas más por una rejita.
Pese a todos mis intentos aún no le pone nombre –fundamental para tener una mascota creo yo- aunque a medida que pasa el tiempo las cosas están mejor. De hecho me admitió que la famosa tortuga hasta se veía bonita nadando y que al final, era como un hijo no deseado que estaba obligado a amar no más.
Y yo, estoy esperando que llegue su cumpleaños pronto, porque con tal de ver su cara, ahora estoy pensando en regalarle un canario!
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jueves, 23 de agosto de 2007
Quinceañera
Llevaba como 2 meses insistiéndole a mami que por favor me llevara a la dermatóloga –como ella trabaja en una clínica le gusta chequear a todos los médicos entonces es un cacho, porque a todos los que elijo yo les encuentra un “pero”, así que mejor que ella decida- y la muy dale que dale con negarse! Porque según mami sólo hay dos cosas en mí dignas del doc, las otras se “deberían” pasarse solas.
Todo esto hasta el domingo. Porque ese día yo desesperada, con un acné digno de quinceañera, me acerqué a mostrarle sin maquillaje el horror que tenía en mi rostro. Puso cara de sorpresa y sin decirme nada, pidió ella misma la hora. Ja!
Así que ayer en la tarde fuimos juntas –si sé, soy muy regalona- y le dice a la doctora que “ni se había dado cuenta” porque yo me maquillo como si fuera actriz. “Pero si yo trabajo con mi imagen! No puedo salir así la calle!”, dije excusándome. Primeras risas de la doctora que, yo creo, pensó que nos habíamos equivocado de consulta y teníamos que ir al siquiatra del lado.
La especialista en cuestión me miró con lupa y lanzó su veredicto “Ah no! Eso es por estrés!”. ¡Chuchis! Cómo si no tuviera problemas, ahora mi piel se pone rebelde! Pero la doc era re simpática y comenzamos a hablar de la vida –la mía en verdad, mis malas costumbres, mis vicios y esas cosas- y eso hizo que a los 15 minutos con mami nos sintiéramos en confianza y cuando estamos así, se nota (sobre todo a ella)
Doctora: ¿Por qué estás estresada, María José? ¿Mucho trabajo?
Yo: Bueno, trabajo y estudio en la noche, así que sí, un poco estresada…
(De la nada)
Mamá: Pero yo le dije que ya debería darme un nieto…
Yo: ¡Pero mamá! (¡qué tiene que ver!)
Doctora: Sí, es tan lindo regalonear a los nietos (gracias!)
Mamá: Siiii!! Cierto?? (Ella con ojos al borde de las lágrimas y yo media trapicada)
Yo: Mamá, no. Hace tres años si quedaba embarazada era digna del destierro, y ahora que tengo un título tengo que ser máquina de bebés! (Schis!)
Mamá: Pero es que ahora puedes!! (Doble schis!)
Cote: Bah! Pero si tengo acné de quinceañera, soy una bebé todavía! Además en qué tiempo lo tengo!
Mamá: Yo lo cuido (Saaaa)
Cote: ¿Y me lo vas a criar también? (1-0)
Mamá: Obvio! (iguales)
Cote: Pucha, voy a tener que pedir un pololo prestado entonces, sino ¿cómo quieres que lo tenga?
Ahí la doctora se mató de risa e hizo entrar en sus cabales a mamá, “igual tiene razón, mejor cuando esté casada…” así que mi progenitora tuvo que quedarse con las ganas. En fin, cuento corto, tengo que tomar antibióticos no sé cuántos días, además de ungüentos y cremas varios, atroz.
Y de pasadita, me “recomendó” visitar a mi neurólogo. O sea, de que le dimos jugo, le dimos.
Pd: Mi amigo de la tesis no me creía mi trauma porque según él, no se me nota nada en mi carita.
(Nota mental: si me va mal como periodista y abogada, me queda al carrera de maquilladora profesional aún!)
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Todo esto hasta el domingo. Porque ese día yo desesperada, con un acné digno de quinceañera, me acerqué a mostrarle sin maquillaje el horror que tenía en mi rostro. Puso cara de sorpresa y sin decirme nada, pidió ella misma la hora. Ja!
Así que ayer en la tarde fuimos juntas –si sé, soy muy regalona- y le dice a la doctora que “ni se había dado cuenta” porque yo me maquillo como si fuera actriz. “Pero si yo trabajo con mi imagen! No puedo salir así la calle!”, dije excusándome. Primeras risas de la doctora que, yo creo, pensó que nos habíamos equivocado de consulta y teníamos que ir al siquiatra del lado.
La especialista en cuestión me miró con lupa y lanzó su veredicto “Ah no! Eso es por estrés!”. ¡Chuchis! Cómo si no tuviera problemas, ahora mi piel se pone rebelde! Pero la doc era re simpática y comenzamos a hablar de la vida –la mía en verdad, mis malas costumbres, mis vicios y esas cosas- y eso hizo que a los 15 minutos con mami nos sintiéramos en confianza y cuando estamos así, se nota (sobre todo a ella)
Doctora: ¿Por qué estás estresada, María José? ¿Mucho trabajo?
Yo: Bueno, trabajo y estudio en la noche, así que sí, un poco estresada…
(De la nada)
Mamá: Pero yo le dije que ya debería darme un nieto…
Yo: ¡Pero mamá! (¡qué tiene que ver!)
Doctora: Sí, es tan lindo regalonear a los nietos (gracias!)
Mamá: Siiii!! Cierto?? (Ella con ojos al borde de las lágrimas y yo media trapicada)
Yo: Mamá, no. Hace tres años si quedaba embarazada era digna del destierro, y ahora que tengo un título tengo que ser máquina de bebés! (Schis!)
Mamá: Pero es que ahora puedes!! (Doble schis!)
Cote: Bah! Pero si tengo acné de quinceañera, soy una bebé todavía! Además en qué tiempo lo tengo!
Mamá: Yo lo cuido (Saaaa)
Cote: ¿Y me lo vas a criar también? (1-0)
Mamá: Obvio! (iguales)
Cote: Pucha, voy a tener que pedir un pololo prestado entonces, sino ¿cómo quieres que lo tenga?
Ahí la doctora se mató de risa e hizo entrar en sus cabales a mamá, “igual tiene razón, mejor cuando esté casada…” así que mi progenitora tuvo que quedarse con las ganas. En fin, cuento corto, tengo que tomar antibióticos no sé cuántos días, además de ungüentos y cremas varios, atroz.
Y de pasadita, me “recomendó” visitar a mi neurólogo. O sea, de que le dimos jugo, le dimos.
Pd: Mi amigo de la tesis no me creía mi trauma porque según él, no se me nota nada en mi carita.
(Nota mental: si me va mal como periodista y abogada, me queda al carrera de maquilladora profesional aún!)
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martes, 21 de agosto de 2007
Nuevo Colega!
Hoy asistí a la defensa de tesis de uno de mis mejores amigos –yo, única invitada, me creía re top hasta que supe que fui para pasar las diapositivas, en fin…- quien desde hoy ya es periodista!!! Así que además de los abrazos y saltos varios que di cuando le dieron su nota final, después de llamar a toda su familia –que no sé porqué no los invitó si andaban todos como loros en el alambre, como dice mi mami-, me cuenta que en verdad estaba contento de salir del cacho no más, porque igual ya lleva trabajando harto (en una pega en que hace más veces de diseñador e informático que de periodista, entre nos) y que al final lo único distinto es que desde mañana mismo podía renunciar, ajaja, se cree todo bacán porque ya tiene su título.
En fin, en la presentación mi amigo estuvo seco. Además fue muy tierno porque al comenzar dijo: “Quiero darle las gracias a la señorita Cote Arriagada por haberse levantando tan temprano y acompañarme” (o sea, mínimo en todo caso, si me llevó de asistente!) Más encima yo iba “recomendada” de ir con falda, porque sí veía que la cosa andaba mal, tenía que aplicar “cruzada de piernas estratégica”, ajaja, así que los agradecimientos estaban más que merecidos.
Su tema era el marketing político y el feed-back que se produce entre los políticos y los medios periodísticos, los primeros para pasar su mensaje al público y los segundos para vender más. Y mi colega partió como caballo de carrera, sacando datos que ni yo conocía y con una dicción, puf, que yo no se la había visto ni con 4 piscolas en el cuerpo. De hecho tuve que atajarme porque le iba a tirar una talla sobre eso, pero se hubiera visto un poco mal encontré yo, porque nada que ver que la suche que pasaba las diapo se creyera Bombo Fica con cuatro profesores que lo estaban evaluando.
Y así, todo perfecto hasta la ronda de preguntas. El primero fue el profesor J.V., quien fue mi profesor guía de tesis allá por el 2005 y que como buen tata que es, se portó un siete y mi amigo zas y zas: le devolvió todas las preguntas! Ya con el segundo se empezó a complicar el tema, porque el profe M.P. –quien también evaluó mi tesis esa vez- es un poco enredado para preguntar. Pero pasó, y los dos suspiramos –yo estaba sentada en la mesa principal, la patuda- cuando llegó el turno de su profesora guía, porque esperábamos que le tirara el salvavidas.
Y nones. Primero se dio mil vueltas para preguntar algo muy sencillo; después le dice toda canchera que como él es periodista y tiene tanto bagaje en marketing después de la tesis, le resuelva una situación límite como si fuera asesor de Bachelet. Así, después de que mi amigo pasó de largo preparando el power point le hace aplicar la materia! Ajaja, casi nos morimos y además yo me sentía re inútil, porque obvio que no podía aplicar la cruzada de piernas con una profesora y lo único que quería era soplarle, pero si ya pensaba que se vería mal que tirara tallas, me imaginé que era un poquito peor que más encima tratara de hacerlas de ventrílocua. Menos mal que mi amigo sorteó ese problema y al fin salimos a esperar el veredicto. Ahí, comiéndonos las uñas y yo sintiéndome cada vez más vieja –no iba a la U hace dos años y veo puros pre-púberes!- Tate! Nos llaman y le avisan que pasó ¡y con mejor nota que su presentación incluso!
Así que felices, después de sus llamadas varias a la casa avisando que ya era profesional y tomando desayuno al fin –hasta a mí me dolía el colon- nos retiramos, él a seguir celebrando y yo de vuelta al trabajo. A la salida, me encontré con uno de mis guardias regalones de la U, esos que me cubrieron las espaldas un sinfín de veces, quienes me guardaban el polerón que yo insistía en dejar tirado en el patio y que trataron –infructuosamente- de dar con la chaqueta que me robaron hace varios años. Así que cuando lo vi no lo pude evitar y me despedí de beso y abrazo de él, mandándole saludos a todos los que conociera.
Mi amigo empieza a reírse de mí –para variar- y me dice que tengo el perfil de la Bachelet con eso de andar saludando a todos tan cordialmente.
“Bah! Pero si yo soy muy sociable y tierna con todos!”, le dije.
Y él, ya se cree con doctorado en marketing político.
¡¡¡Felicitaciones Mono!!!
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En fin, en la presentación mi amigo estuvo seco. Además fue muy tierno porque al comenzar dijo: “Quiero darle las gracias a la señorita Cote Arriagada por haberse levantando tan temprano y acompañarme” (o sea, mínimo en todo caso, si me llevó de asistente!) Más encima yo iba “recomendada” de ir con falda, porque sí veía que la cosa andaba mal, tenía que aplicar “cruzada de piernas estratégica”, ajaja, así que los agradecimientos estaban más que merecidos.
Su tema era el marketing político y el feed-back que se produce entre los políticos y los medios periodísticos, los primeros para pasar su mensaje al público y los segundos para vender más. Y mi colega partió como caballo de carrera, sacando datos que ni yo conocía y con una dicción, puf, que yo no se la había visto ni con 4 piscolas en el cuerpo. De hecho tuve que atajarme porque le iba a tirar una talla sobre eso, pero se hubiera visto un poco mal encontré yo, porque nada que ver que la suche que pasaba las diapo se creyera Bombo Fica con cuatro profesores que lo estaban evaluando.
Y así, todo perfecto hasta la ronda de preguntas. El primero fue el profesor J.V., quien fue mi profesor guía de tesis allá por el 2005 y que como buen tata que es, se portó un siete y mi amigo zas y zas: le devolvió todas las preguntas! Ya con el segundo se empezó a complicar el tema, porque el profe M.P. –quien también evaluó mi tesis esa vez- es un poco enredado para preguntar. Pero pasó, y los dos suspiramos –yo estaba sentada en la mesa principal, la patuda- cuando llegó el turno de su profesora guía, porque esperábamos que le tirara el salvavidas.
Y nones. Primero se dio mil vueltas para preguntar algo muy sencillo; después le dice toda canchera que como él es periodista y tiene tanto bagaje en marketing después de la tesis, le resuelva una situación límite como si fuera asesor de Bachelet. Así, después de que mi amigo pasó de largo preparando el power point le hace aplicar la materia! Ajaja, casi nos morimos y además yo me sentía re inútil, porque obvio que no podía aplicar la cruzada de piernas con una profesora y lo único que quería era soplarle, pero si ya pensaba que se vería mal que tirara tallas, me imaginé que era un poquito peor que más encima tratara de hacerlas de ventrílocua. Menos mal que mi amigo sorteó ese problema y al fin salimos a esperar el veredicto. Ahí, comiéndonos las uñas y yo sintiéndome cada vez más vieja –no iba a la U hace dos años y veo puros pre-púberes!- Tate! Nos llaman y le avisan que pasó ¡y con mejor nota que su presentación incluso!
Así que felices, después de sus llamadas varias a la casa avisando que ya era profesional y tomando desayuno al fin –hasta a mí me dolía el colon- nos retiramos, él a seguir celebrando y yo de vuelta al trabajo. A la salida, me encontré con uno de mis guardias regalones de la U, esos que me cubrieron las espaldas un sinfín de veces, quienes me guardaban el polerón que yo insistía en dejar tirado en el patio y que trataron –infructuosamente- de dar con la chaqueta que me robaron hace varios años. Así que cuando lo vi no lo pude evitar y me despedí de beso y abrazo de él, mandándole saludos a todos los que conociera.
Mi amigo empieza a reírse de mí –para variar- y me dice que tengo el perfil de la Bachelet con eso de andar saludando a todos tan cordialmente.
“Bah! Pero si yo soy muy sociable y tierna con todos!”, le dije.
Y él, ya se cree con doctorado en marketing político.
¡¡¡Felicitaciones Mono!!!
*.
domingo, 19 de agosto de 2007
Especialista en Farándula
Como algunos saben soy Periodista, carrera de la cual he renegado desde el primer año en la universidad pero que por cosas de la vida –muy extras y muy tristes para este blog- no me cambié y me titulé igual. La cosa es que a un año de egresada se me prendió la ampolletita que me dijo que la justicia era lo mío.
Así, tal cual.
O sea, en mis sueños actuados tengo la imagen de súper-heroína, escalando los edificios de Santiago y dejando tirados en el piso a todos los patos malos de Paseo Ahumada, partiendo por los que hacen el juego de “Pepito paga doble” (de los cuales me desquito gritándoles: “¡son todos palos blancos!” y después arranco) y terminando con los que miran más mi cartera que a mí cuando salgo todas las tardes de la oficina. Pero igual mi fanatismo no es para tanto, así que comencé a estudiar Derecho no más –y me evito de pasadita ocupar esas mallas ajustadas tan poco sentadoras tipo chica maravilla-.
En fin, la cosa es que hay un ramo del cual me enteré esta semana que no me convalidaron (/&%·”/)&F$&%) y que tengo que hacer aunque no quiera porque yo ya lo hice!: derecho político. Y yo ya voy prejuiciada, que yo sé mucho de política y que mira cómo está ahora nuestra democracia y el sistema binominal así que para qué vamos a discutir, que los contactualistas están pasados de moda y que en verdad, a mí ya no me interesa la arena política hasta que salga el partido de Flores y yo me tire como la concejal más enchulada (como ya expliqué aquí)
En fin, un compañero me dijo que el profesor de dicha cátedra, además de ser latero y de no modular, interroga a todos los alumnos sobre “actualidad” –palabra que no escuchaba desde 1º año de periodismo- y que por ende, debía leer los diarios todos los días.
Bah! Me dijeron todos ¡pero a ti te va a salir muy fácil, si tú eres periodista!
Y a mí primero me dio ataque múltiple de risa, porque en verdad aparte de LUN leo re pocas noticias. Después me dio ataque de espanto al pelo, porque qué vergüenza ostentar de dicho título y ser ignorante del quehacer nacional. Y por último opté por el silencio y secretamente le dije a mamá que debía suscribirme, again, a El Mercurio los fines de semana. Para hacer la parada por lo menos.
Porque si el profe en cuestión me pregunta con quién ha salido Carla Ochoa, soy capaz de hacerle un power point y desplegar un discurso de media hora con fotos y un resumen de su libro incluido. Lo mismo si me interroga sobre las consecuencias del Boloccazzo o me pide un paralelo entre modelos y futbolistas.
¿Pero de actualidad?
Y sé que a la primera interrogación todos van a decir: “pregúntele a ella que es periodista” con todos sus dedos apuntando mi rostro y ahí voy a quedar yo, obligada a salir del paso con las miles de palabra por minuto que me caracterizan. Y le voy a decir lo que nos repiten todos los profesores de mi primera carrera: “El periodista tiene un océano de conocimientos con un centímetro de profundidad”, ergo, existe la llamada “especialización”, porque no puedo ser seca en todo! y en definitiva la verdad es que yo me especialicé en farándula y que si no le gusta para su ramo profesor, mala suerte, porque si usted pretende preguntarme sobre las últimas elecciones en USA en verdad parecería promotora de Zuko, pero si me pregunta quién es la última famosa de ese país que entró a la clínica de rehabilitación, yo me paro y le contesto: ¡Lindsay Lohan!. Y me debería dar un 7.0 igual, porque la verdad, en mi especialización soy de las mejores.
Atroz. Ni yo misma me convenzo. Obligada a empezar a leer de adelante para atrás los diarios, y no al revés, como ya estaba acostumbrada…
*.
Así, tal cual.
O sea, en mis sueños actuados tengo la imagen de súper-heroína, escalando los edificios de Santiago y dejando tirados en el piso a todos los patos malos de Paseo Ahumada, partiendo por los que hacen el juego de “Pepito paga doble” (de los cuales me desquito gritándoles: “¡son todos palos blancos!” y después arranco) y terminando con los que miran más mi cartera que a mí cuando salgo todas las tardes de la oficina. Pero igual mi fanatismo no es para tanto, así que comencé a estudiar Derecho no más –y me evito de pasadita ocupar esas mallas ajustadas tan poco sentadoras tipo chica maravilla-.
En fin, la cosa es que hay un ramo del cual me enteré esta semana que no me convalidaron (/&%·”/)&F$&%) y que tengo que hacer aunque no quiera porque yo ya lo hice!: derecho político. Y yo ya voy prejuiciada, que yo sé mucho de política y que mira cómo está ahora nuestra democracia y el sistema binominal así que para qué vamos a discutir, que los contactualistas están pasados de moda y que en verdad, a mí ya no me interesa la arena política hasta que salga el partido de Flores y yo me tire como la concejal más enchulada (como ya expliqué aquí)
En fin, un compañero me dijo que el profesor de dicha cátedra, además de ser latero y de no modular, interroga a todos los alumnos sobre “actualidad” –palabra que no escuchaba desde 1º año de periodismo- y que por ende, debía leer los diarios todos los días.
Bah! Me dijeron todos ¡pero a ti te va a salir muy fácil, si tú eres periodista!
Y a mí primero me dio ataque múltiple de risa, porque en verdad aparte de LUN leo re pocas noticias. Después me dio ataque de espanto al pelo, porque qué vergüenza ostentar de dicho título y ser ignorante del quehacer nacional. Y por último opté por el silencio y secretamente le dije a mamá que debía suscribirme, again, a El Mercurio los fines de semana. Para hacer la parada por lo menos.
Porque si el profe en cuestión me pregunta con quién ha salido Carla Ochoa, soy capaz de hacerle un power point y desplegar un discurso de media hora con fotos y un resumen de su libro incluido. Lo mismo si me interroga sobre las consecuencias del Boloccazzo o me pide un paralelo entre modelos y futbolistas.
¿Pero de actualidad?
Y sé que a la primera interrogación todos van a decir: “pregúntele a ella que es periodista” con todos sus dedos apuntando mi rostro y ahí voy a quedar yo, obligada a salir del paso con las miles de palabra por minuto que me caracterizan. Y le voy a decir lo que nos repiten todos los profesores de mi primera carrera: “El periodista tiene un océano de conocimientos con un centímetro de profundidad”, ergo, existe la llamada “especialización”, porque no puedo ser seca en todo! y en definitiva la verdad es que yo me especialicé en farándula y que si no le gusta para su ramo profesor, mala suerte, porque si usted pretende preguntarme sobre las últimas elecciones en USA en verdad parecería promotora de Zuko, pero si me pregunta quién es la última famosa de ese país que entró a la clínica de rehabilitación, yo me paro y le contesto: ¡Lindsay Lohan!. Y me debería dar un 7.0 igual, porque la verdad, en mi especialización soy de las mejores.
Atroz. Ni yo misma me convenzo. Obligada a empezar a leer de adelante para atrás los diarios, y no al revés, como ya estaba acostumbrada…
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jueves, 16 de agosto de 2007
Mi Papá es Súper Héroe
Trabajo en pleno centro de Santiago, ahí donde las plazas fueron pistas de hielo por este invierno-polar y donde en verano uno tiene que andar sorteando las palomas asadas que caen al asfalto caliente. Ahí mismo, “donde las papas queman” según mi papá, quien chocho ve cómo prolifera todo el negocio ambulante. Porque si han pasado por aquí a las 2 de la tarde saben que apenas se puede caminar, se mueren lo que es a las 9 de la noche, donde por más agilidad que le pongo a mi camino al metro siempre “piso” más de un “local de cuneta”, ganando los garabatos más estrambóticos que he escuchado.
En fin… A mi me encanta trabajar aquí en pleno Paseo Ahumada, porque a cada rato te encuentras con conocidos y siempre hay mucho movimiento; de hecho, lo único malo es la delincuencia. Yo no sé si veo mucha tele o qué, pero cada vez que salgo miro de reojo para ver si presiento un pato malo detrás de mí y agarro mi cartera a dos manos –porque si me agarran el poto filo, ése se queda ahí, pero mi billetera no!-, todo esto porque siempre dicen que mi cuadra y las siguientes son las más peligrosas, con los más altos índices de “asaltos por sorpresa” (el nombre gil: “Sorpresa! Te robé!” Ajajaja… dato rosa)
A lo que iba es que hace un tiempo, mi papá-jefe llegó tiritón y al borde del soponcio a la oficina. Y yo con ataque surtido, preparando cafecito con doble de azúcar para que al pobre le volviera el color a la cara y el alma al cuerpo, pero nada. Medio sofocado trataba de hablarme sin resultados y yo, que la paciencia es un don que me fue negado desde la cuna, angustiada le dije: “ya poh! me aburro!” y ahí por fin me contó:
Resulta que venía de vuelta de los tribunales cuando justo delante de él, cuasi película de acción, ve un pobre viejito indefenso con cara de espanto porque un “antisocial” le había sacado el sueldo de su bolsillo a la salida del banco (yo también con cara de horror). Un caballero bueno trató de tomarlo del cuello pero se le soltó y el malo de la película empezó a correr, así, de sopetón frente a mi progenitor.
“Y no sé Cote, no lo pensé, lo vi corriendo hacía mí y a lo único que atiné fue a levantar mi pierna y pegarle una patada ahí en las costillas” (eso fue muy chistoso porque me imitó el movimiento y casi me dejó nock out) Y yo con cara de película de terror escuchando todo, pensando porqué no vendían cabritas cerca de la oficina porque ya me sentía en el cine (me distraigo demasiado fácil).
La cosa es que con el golpe digno de tortuga ninja mi súper papá dejó medio lelo al maldito pero aún seguía dando la pelea, cuál Duro de Matar, y ahí entre los dos héroes de la tarde lo inmovilizaron, mientras golpes iban y golpes venían (yo ahí ya me había sentado a escucharlo porque papi por primera vez en su vida era histriónico). Finalmente lo dejaron apretado contra un negocio y la gente se empezó a acercar y todos le gritaban cosas feas al delincuente (malo! feo! (si oh!)) pero nadie hacía nada en realidad, mientras papi estaba aterrorizado porque la dueña del negocio le pasó un palo para que le pegara al mafioso (ajajaja) y mi súper héroe conciliador le decía "no es para tanto señora, si ya lo tenemos".
Lo más chistoso de todo –y es el final feliz de la historia- es que el viejito recuperó su dinero, le pegó un par de combos al maldito casi para desquitarse no más y emprendió la retirada, negándose a dejar la constancia! Después del medio show!
Todo esto porque afortunadamente llegaron mas o menos rápido “carabineros al lugar de los hechos” y se llevaron al delincuente, que según mi papá era “jabonoso” (no he podido quitarle de la cabeza que sería muy raro que los delincuentes se bañen en crema antes de salir a asaltar…) y mi súper héroe personal se fue raudo del lugar porque nadie le sacaba la idea de que debían haber más amigos del pato malo al lado y todos echándole el ojo.
Después de eso mi súper papá anduvo con el colon en la mano toda la semana, me obligaba poco menos que a caminar de espaldas para que le vigilara la retaguardia por si nos encontráramos con el “antisocial” que venía a desquitarse. Para más remate, trataron de entrar a nuestra oficina esa misma semana! así que tuve que pagar el doble para que nos arreglaran flash las chapas y todavía, cada vez que tocan el timbre después de las 7 de la tarde, tirito.
Y es que parece que ninguno de los dos somos tan valientes como para luchar contra la delincuencia capitalina, pero yo estoy tranquila porque tengo mi súper héroe personal =)
*.
En fin… A mi me encanta trabajar aquí en pleno Paseo Ahumada, porque a cada rato te encuentras con conocidos y siempre hay mucho movimiento; de hecho, lo único malo es la delincuencia. Yo no sé si veo mucha tele o qué, pero cada vez que salgo miro de reojo para ver si presiento un pato malo detrás de mí y agarro mi cartera a dos manos –porque si me agarran el poto filo, ése se queda ahí, pero mi billetera no!-, todo esto porque siempre dicen que mi cuadra y las siguientes son las más peligrosas, con los más altos índices de “asaltos por sorpresa” (el nombre gil: “Sorpresa! Te robé!” Ajajaja… dato rosa)
A lo que iba es que hace un tiempo, mi papá-jefe llegó tiritón y al borde del soponcio a la oficina. Y yo con ataque surtido, preparando cafecito con doble de azúcar para que al pobre le volviera el color a la cara y el alma al cuerpo, pero nada. Medio sofocado trataba de hablarme sin resultados y yo, que la paciencia es un don que me fue negado desde la cuna, angustiada le dije: “ya poh! me aburro!” y ahí por fin me contó:
Resulta que venía de vuelta de los tribunales cuando justo delante de él, cuasi película de acción, ve un pobre viejito indefenso con cara de espanto porque un “antisocial” le había sacado el sueldo de su bolsillo a la salida del banco (yo también con cara de horror). Un caballero bueno trató de tomarlo del cuello pero se le soltó y el malo de la película empezó a correr, así, de sopetón frente a mi progenitor.
“Y no sé Cote, no lo pensé, lo vi corriendo hacía mí y a lo único que atiné fue a levantar mi pierna y pegarle una patada ahí en las costillas” (eso fue muy chistoso porque me imitó el movimiento y casi me dejó nock out) Y yo con cara de película de terror escuchando todo, pensando porqué no vendían cabritas cerca de la oficina porque ya me sentía en el cine (me distraigo demasiado fácil).
La cosa es que con el golpe digno de tortuga ninja mi súper papá dejó medio lelo al maldito pero aún seguía dando la pelea, cuál Duro de Matar, y ahí entre los dos héroes de la tarde lo inmovilizaron, mientras golpes iban y golpes venían (yo ahí ya me había sentado a escucharlo porque papi por primera vez en su vida era histriónico). Finalmente lo dejaron apretado contra un negocio y la gente se empezó a acercar y todos le gritaban cosas feas al delincuente (malo! feo! (si oh!)) pero nadie hacía nada en realidad, mientras papi estaba aterrorizado porque la dueña del negocio le pasó un palo para que le pegara al mafioso (ajajaja) y mi súper héroe conciliador le decía "no es para tanto señora, si ya lo tenemos".
Lo más chistoso de todo –y es el final feliz de la historia- es que el viejito recuperó su dinero, le pegó un par de combos al maldito casi para desquitarse no más y emprendió la retirada, negándose a dejar la constancia! Después del medio show!
Todo esto porque afortunadamente llegaron mas o menos rápido “carabineros al lugar de los hechos” y se llevaron al delincuente, que según mi papá era “jabonoso” (no he podido quitarle de la cabeza que sería muy raro que los delincuentes se bañen en crema antes de salir a asaltar…) y mi súper héroe personal se fue raudo del lugar porque nadie le sacaba la idea de que debían haber más amigos del pato malo al lado y todos echándole el ojo.
Después de eso mi súper papá anduvo con el colon en la mano toda la semana, me obligaba poco menos que a caminar de espaldas para que le vigilara la retaguardia por si nos encontráramos con el “antisocial” que venía a desquitarse. Para más remate, trataron de entrar a nuestra oficina esa misma semana! así que tuve que pagar el doble para que nos arreglaran flash las chapas y todavía, cada vez que tocan el timbre después de las 7 de la tarde, tirito.
Y es que parece que ninguno de los dos somos tan valientes como para luchar contra la delincuencia capitalina, pero yo estoy tranquila porque tengo mi súper héroe personal =)
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lunes, 13 de agosto de 2007
Loca de los Dichos
Mi mamá se crió en el campo, por así decirlo. No significa que llegó como Carmela a la capital, con trenzas y vestido a cuadros, sino que en esa época mi abuelo era muy high y tenía la senda casa patronal con mayordomo, sirvienta y mozo! ¿Qué tal? De los detalles de esta historia en todo caso nos vinimos a enterar hace muy poco, cuando de pasadita nos revelaron que mis abuelos eran tan pero tan high, que mi abuela aprendió a hacer la cama hace sólo unos años… y ni hablar de hacer el aseo.
En fin, pero mi abuelo fue como visionario para su época y estudió una carrera en la Universidad, y por ende, obligó a todos sus hijos a sacar carreras profesionales. Mi mamá, como buen ejemplo, es seca en lo que hace porque además tiene una especialidad bacán donde son muy pocas en Chile, y yo cada vez que la veo me acuerdo que debí haberle hecho caso y estudiar lo mismo que ella porque tendría la media pega ahora -porque todas las pegas increíbles y bien remuneradas se heredan-, pero según yo era buena para las letras… Ajajaja.
Pero a mi mamá la traiciona su pasado de campo. No lo puede evitar. Tiene una jerga pegada que yo encuentro hasta kitsch: ¡mi mamá es una loca de los dichos!
Para ella no existe ni siquiera el “Errar es humano, perdonar es divino”, Noooo!! El dicho va más encima con una connotación cuasi sexual propia del medio campestre: “Errar es humano, dijo el pato bajándose de la gallina… perdonar es divino, le dijo la gallina, salga pato o gallareta” (según ella eso se estila allá en el sure)
Lo peor de todo es que con estos dichos mi hermana y yo nos criamos, por lo tanto es usual encontrar entre nuestras respuestas habituales a cómo vamos en la U con un “¡Hasta aquí vamos bien! dijo el pavo en la puerta del horno”.
Según mi mamá no es para tanto y que nosotras le ponemos, que si hubiésemos conocido a la gente que ella conocía, ahí si que nos reiríamos –según ella le sube el pelo porque no habla cantado ¡pero igual!-. Aún así, si tiene que pelar a los hijos de una de sus amigas, la frase clásica que emplea es “La culpa no es del chancho, sino de quien le da afrecho”. Y si por alguna razón se siente un poco extra en algún lugar, no es capaz de decir eso sino que se siente “Como chancho en misa”.
Asimismo ella nunca está “preocupada”, sino que está “Como loro en el alambre” y si quiere hablar y nadie la deja, nos dice “Cuando un burro rebuzna, los demás paran la oreja” –si, caímos en un segundo a calidad de animalitos de campo-. Y si por si acaso discuto con mi hermana por algo que quiero y no ocupo mucho (todo lo podría ocupar algún día) me rebaja aún más diciendo “Eres como el perro del hortelano, no come ni deja comer”. Y ni hablar de vacas gordas y flacas –para ella ése debería ser término del ministro de economía exclusivamente-.
Pero lejos lo peor de todo es cuando me llegan a mí directamente los dichos. El otro día le presté plata y cuando se la fui a pedir de vuelta, me dijo “Cría cuervos y te sacarán los ojos” (Ajajaja). O sin ningún respeto me dice “Vamos arando dijo la mosca en el cacho del buey” cuando quiero hacerme acreedora de algo que, supuestamente, no hice. Y si se me llega a ocurrir discutirle algo que a ella le parece que es muy obvio, fijo que me dice “Déle con que las gallinas mean”.
Ok, ése sí necesitó explicación biológica porque yo pensé que sí meaban, pero como ella vivió con gallinas y yo no, no me queda de otra que creerle.
*.
En fin, pero mi abuelo fue como visionario para su época y estudió una carrera en la Universidad, y por ende, obligó a todos sus hijos a sacar carreras profesionales. Mi mamá, como buen ejemplo, es seca en lo que hace porque además tiene una especialidad bacán donde son muy pocas en Chile, y yo cada vez que la veo me acuerdo que debí haberle hecho caso y estudiar lo mismo que ella porque tendría la media pega ahora -porque todas las pegas increíbles y bien remuneradas se heredan-, pero según yo era buena para las letras… Ajajaja.
Pero a mi mamá la traiciona su pasado de campo. No lo puede evitar. Tiene una jerga pegada que yo encuentro hasta kitsch: ¡mi mamá es una loca de los dichos!
Para ella no existe ni siquiera el “Errar es humano, perdonar es divino”, Noooo!! El dicho va más encima con una connotación cuasi sexual propia del medio campestre: “Errar es humano, dijo el pato bajándose de la gallina… perdonar es divino, le dijo la gallina, salga pato o gallareta” (según ella eso se estila allá en el sure)
Lo peor de todo es que con estos dichos mi hermana y yo nos criamos, por lo tanto es usual encontrar entre nuestras respuestas habituales a cómo vamos en la U con un “¡Hasta aquí vamos bien! dijo el pavo en la puerta del horno”.
Según mi mamá no es para tanto y que nosotras le ponemos, que si hubiésemos conocido a la gente que ella conocía, ahí si que nos reiríamos –según ella le sube el pelo porque no habla cantado ¡pero igual!-. Aún así, si tiene que pelar a los hijos de una de sus amigas, la frase clásica que emplea es “La culpa no es del chancho, sino de quien le da afrecho”. Y si por alguna razón se siente un poco extra en algún lugar, no es capaz de decir eso sino que se siente “Como chancho en misa”.
Asimismo ella nunca está “preocupada”, sino que está “Como loro en el alambre” y si quiere hablar y nadie la deja, nos dice “Cuando un burro rebuzna, los demás paran la oreja” –si, caímos en un segundo a calidad de animalitos de campo-. Y si por si acaso discuto con mi hermana por algo que quiero y no ocupo mucho (todo lo podría ocupar algún día) me rebaja aún más diciendo “Eres como el perro del hortelano, no come ni deja comer”. Y ni hablar de vacas gordas y flacas –para ella ése debería ser término del ministro de economía exclusivamente-.
Pero lejos lo peor de todo es cuando me llegan a mí directamente los dichos. El otro día le presté plata y cuando se la fui a pedir de vuelta, me dijo “Cría cuervos y te sacarán los ojos” (Ajajaja). O sin ningún respeto me dice “Vamos arando dijo la mosca en el cacho del buey” cuando quiero hacerme acreedora de algo que, supuestamente, no hice. Y si se me llega a ocurrir discutirle algo que a ella le parece que es muy obvio, fijo que me dice “Déle con que las gallinas mean”.
Ok, ése sí necesitó explicación biológica porque yo pensé que sí meaban, pero como ella vivió con gallinas y yo no, no me queda de otra que creerle.
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jueves, 9 de agosto de 2007
René en Mi Ascensor
Sí! René de la Vega estaba en el ascensor de mi edificio hoy! Y cuando lo vi primero no lo podía creer, porque en verdad es más alto de lo que se ve en la tele e incluso no se ve tan penca como en la tele, pero más encima era el hecho de que un famoso (bueno, casi) estaba en el mismo edificio donde yo trabajo todos los días!. Y cuando empujé a la señora que estaba delante de mí para quedar a su lado me sentí un poquito mal (pero poquito, no la boté tampoco) y después me sentí la Titi Larraín cuando tiré mis brazos a su cuello y lo saludé de beso en ambas mejillas, mientras le decía –yo tartamuda y él sonrojado- que prácticamente me había criado con el hit “Chica Rica”, que me la sabía de memoria (como si fuera la media proeza) y que hasta había pensando en ofrecerme a su staff para cuando lanzara su nuevo disco, porque yo bailo la raja y más encima me vería muy bien frente a las cámaras, todo esto mientras apretaba con el codo el botón de emergencia del ascensor para dejarnos atascados unos minutos en el entrepiso y terminar de planear con él mi lanzamiento al estrellato en medio de un video clip con luces fluorescentes de fondo.
Mentira. Nunca tan flaite.
Sí, René de la Vega estaba en mi ascensor, sí nos cruzamos e incluso me saludó, pero nunca me iba a tirar a saludarlo así! (aunque lo pensé, lo admito). De hecho lo que me dejó más impactada es que me tupí. Yo, la miss prendida, me quedé con ojos de huevo frito viendo lo más cercano a una persona famosa pasando delante de mí y sonriéndome todo educado, que más encima no es ni tan famosa y que más encima la mayoría lo considera ridículo (yo no tanto porque vi un documental de su vida y bueno, igual me cae bien).
Pero lo peor de todo es que yo me tupí. De hecho quedé con tal cara que don Sergio (mi ascensorista favorito) se tapó la boca para no carcajearse descaradamente de mí y me dijo, como si nada “¿lo ubica, señorita María José?” y yo cortada aún, tratando de que mi cara volviera a su estado natural y no parecer tan groupie, evité el golpe bajo con un “ehh, parece que lo he visto en la tele…”.
Me bajé del ascensor todavía contrariada y cuando ya se cerraban las puertas puse mi mano –con todo el pánico de perderla- y detuve con un grito a don Sergio. “¿Era René de la Vega, cierto?” –mal, sentí que mis ojos me delataban con un brillo terrorífico digno de quinceañera en recital de Reik- y él, aunque es muy caballero, no podía dejar de reírse mientras me decía que sí, que efectivamente era René. Por lo tanto iba de cajón que yo le preguntara a dónde había ido, porque está bien, me la ganó la primera vez, pero si ahora voy entrenada a encontrármelo y no de sopetón, demás que reacciono mejor.
¿Y sabes qué me respondió? “Ah no sé señorita, yo soy muy discreto”.
Y me cagó.
*.
Mentira. Nunca tan flaite.
Sí, René de la Vega estaba en mi ascensor, sí nos cruzamos e incluso me saludó, pero nunca me iba a tirar a saludarlo así! (aunque lo pensé, lo admito). De hecho lo que me dejó más impactada es que me tupí. Yo, la miss prendida, me quedé con ojos de huevo frito viendo lo más cercano a una persona famosa pasando delante de mí y sonriéndome todo educado, que más encima no es ni tan famosa y que más encima la mayoría lo considera ridículo (yo no tanto porque vi un documental de su vida y bueno, igual me cae bien).
Pero lo peor de todo es que yo me tupí. De hecho quedé con tal cara que don Sergio (mi ascensorista favorito) se tapó la boca para no carcajearse descaradamente de mí y me dijo, como si nada “¿lo ubica, señorita María José?” y yo cortada aún, tratando de que mi cara volviera a su estado natural y no parecer tan groupie, evité el golpe bajo con un “ehh, parece que lo he visto en la tele…”.
Me bajé del ascensor todavía contrariada y cuando ya se cerraban las puertas puse mi mano –con todo el pánico de perderla- y detuve con un grito a don Sergio. “¿Era René de la Vega, cierto?” –mal, sentí que mis ojos me delataban con un brillo terrorífico digno de quinceañera en recital de Reik- y él, aunque es muy caballero, no podía dejar de reírse mientras me decía que sí, que efectivamente era René. Por lo tanto iba de cajón que yo le preguntara a dónde había ido, porque está bien, me la ganó la primera vez, pero si ahora voy entrenada a encontrármelo y no de sopetón, demás que reacciono mejor.
¿Y sabes qué me respondió? “Ah no sé señorita, yo soy muy discreto”.
Y me cagó.
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martes, 7 de agosto de 2007
Pendientes 2007
Estas son las cosas que tengo que hacer sí o sí, antes que se acabe el año (menos mal me queda un semestre)
- Tengo que sacarme buenas notas también este semestre, porque aunque me encante esto de contar intimidades por la web, este humilde blog no me dará de comer en los próximos años.
- Necesito que me inviten a una fiesta de Halloween demasiado top, pero de verdad que sea una hiper mega producción, para tener la excusa perfecta para perder un día completo pensando de qué chuchis me voy a disfrazar.
- Debería encontrar la forma en que finalmente me haré famosa!
- Tengo que hacer una limpieza “a fondo” de mis ochorrocientos contactos de msn, porque me di cuenta de que los pasteles están all inclusive.
- Debo comprar muy pronto mis pasajes a Mendoza para la semana del 18 (cero patriotismo, nica lo paso en Chile) para ver a mi amiga Fer… y ver qué me tiene deparado el destino al otro lado de la cordillera con los guachominos argentinos, porque ésos nunca me han defraudado!
- Tengo que pedir libre el día 24 de octubre para ir al recital de Soda Stereo y estar toda la tarde en el Nacional, porque después de comprar las entradas con 4 meses de anticipación, sería el colmo que quedara lejos más encima!
- Tengo que ver a varios de mis amigos, que los tengo ultra abandonados por problemas de tiempo (de mi tiempo, si sé…)
- Necesito hacerme el tiempo también para ver todas las obras de teatro que tengo apuntadas en mi agenda, antes de que las dejen de dar.
- Tendría que ganarme un premio de la lotería, porque pucha que juego todas las semanas y porque cuando me gane el guatón voy a ser tan feliz!
- Debo hacerme amiga de al menos una persona VIP, para poder colarme a todos los mega eventos santiaguinos.
- Tengo que encontrar la manera de que una –mínimo- de mis brillantes ideas se realicen en el metro de Santiago. Hoy llamo.
- Debo convencer al guachomino X de que haga lo que yo quiero!
- Tengo que buscar un curso ameno para hacer, algo así como para mi tiempo libre pero también de crecimiento personal (ajajaja, bueno, de baile también podría ser)
- Debería alisarme permanentemente el pelo, porque me di cuenta que gasto mil minutos en eso a la semana (y mi mamá se dio cuenta que gasto mil watts a la semana por lo mismo)
- Si un “amigo” me trae la cartera que me prometió de Baires, tendré que practicar el Baile del Koala que me exigió a cambio, para no quedar tetrapléjica en el camino.
- Tendría que practicar seriamente las canciones que pienso cantar en el karaoke (porque de este año no pasa que no me inviten a uno, eh?)
- Debería regularizar mi estado en materia contractual para por fin emitir boletas como la gente y poder así optar, algún día, a un crédito bancario decente.
- Debería pensar seriamente en cambiar un poco el tema de mi blog, porque últimamente todos los guachominos temen salir publicados, Ajajaja.
lunes, 6 de agosto de 2007
Yo No Vengo a Vender!!!
Lo admito, yo siempre he sido consumista de las súper ofertas y pertenezco a ese público fiel de los info-comerciales. Son de lo más fomes que hay y ni siquiera yo creo que ese shampoo tenga el don de hacer salir más cabello, pero igual se lo quiero comprar a mi papá. Por si acaso.
De hecho ni siquiera estoy muy convencida de que esa súper aspiradora que no se conecta a la corriente sea capaz de recoger hasta agua del piso, pero apenas tenga una excusa lo suficientemente buena, voy a persuadir a mi mamá de que llamemos a México para encargarla. Y tampoco sé dónde ocuparía esa mágica ampolleta indestructible y sin cableado que se pega en cualquier pared, pero la quiero, la encuentro súper necesaria! Y le voy a pedir a mi abuelo que imite ese mueble donde se pueden guardar hasta 12 pares de zapatos en un espacio mínimo! Ése si es el mejor invento…
Pero los que me matan, son los vendedores de la micro.
Con la frase “yo no vengo a vender, vengo a regalar” ya me pongo tiritona, porque sé que se viene una buena oferta. Cuando los sacan de sus envases y se ven los productos brillantes, yo trato de no mirarlos porque en verdad, me debo ver como devota ante la virgen. Si dicen “este producto no lo encuentran en cualquier bazar” yo ya lo deseo porque significa que es difícil de conseguir y sobre todo, que yo no lo voy a poder conseguir en otra parte, y si hay algo que odio es que me digan que yo no puedo algo.
Pero definitivamente es la frase “Pero para que sea una real oferta, no se lleva sólo uno, ni dos, sino que TRES por el PRECIO DE UNO…”
Ahí, de frentón, ya cagué; estoy con la mano en alto y sacudiéndola casi como que se me fuera a pasar el tren. Y si el vendedor en cuestión se demora o pasa con otro pasajero primero, me preocupo de hacer contacto visual con él de inmediato, no vaya a ser que se baje o se le acaben antes de darme el mío.
Bah! La gente debe creer que soy el “Palo blanco” de la micro.
Producto de esta devoción enfermiza, en que la palabra “oferta” me deja un poco lela y que estoy convencida que eso de subirte justo a la micro –ninguna otra- donde justo se subió el vendedor con ese producto –único en su especie- que siempre quisiste, casi responde a un mandamiento divino donde veo que el cielo se abre un poco y alguien de allá arriba me iluminara y me dijera “sí hija, éste es tú momento”, entonces obviamente yo no puedo decir que no, es que tengo lo que mi mamá denomina la “colección de tonteras de la micro”.
Porque he llegado a casa con numerosos cepillos de dientes de distintos colores, que admito son bien malos, con suerte duran un par de días pero como tengo tantos y la mayoría se doblan porque son ideales para viajar, no importa. Tengo también una herramienta especial para cortar vidrio para cuando me decida a ser artista y haga un “collage” con vidrios de colores. Me compré un blanqueador de dientes que viene con una instrucción en chino, así que todavía no me atrevo a probarlo. También una colección de plumas con recargas que está intacto sobre mi escritorio, porque se ven muy bonitos así. Compré el juego de 12 lápices pasta de colores, de los cuales sólo 2 sirven, pero estaban tan baratos y venían tantos que no pude evitarlo. Una vez compré tres reglas al precio de una, así como que había olvidado que no las ocupo desde el colegio. Y una corchetera chiquita con corchetes también chiquitos, que me encanta porque la traigo siempre en mi cartera y sé que algún día me sacará de apuros. Tengo también un set de herramientas del buen dueño de casa, que pretendo ocupar cuando me vaya a vivir sola (escúchanos señor…). Ah! Y tengo un desatornillador que además de sacar obvio, tornillos, mide la corriente de un enchufe. Ése si que no sé cuándo lo voy a ocupar.
*.
De hecho ni siquiera estoy muy convencida de que esa súper aspiradora que no se conecta a la corriente sea capaz de recoger hasta agua del piso, pero apenas tenga una excusa lo suficientemente buena, voy a persuadir a mi mamá de que llamemos a México para encargarla. Y tampoco sé dónde ocuparía esa mágica ampolleta indestructible y sin cableado que se pega en cualquier pared, pero la quiero, la encuentro súper necesaria! Y le voy a pedir a mi abuelo que imite ese mueble donde se pueden guardar hasta 12 pares de zapatos en un espacio mínimo! Ése si es el mejor invento…
Pero los que me matan, son los vendedores de la micro.
Con la frase “yo no vengo a vender, vengo a regalar” ya me pongo tiritona, porque sé que se viene una buena oferta. Cuando los sacan de sus envases y se ven los productos brillantes, yo trato de no mirarlos porque en verdad, me debo ver como devota ante la virgen. Si dicen “este producto no lo encuentran en cualquier bazar” yo ya lo deseo porque significa que es difícil de conseguir y sobre todo, que yo no lo voy a poder conseguir en otra parte, y si hay algo que odio es que me digan que yo no puedo algo.
Pero definitivamente es la frase “Pero para que sea una real oferta, no se lleva sólo uno, ni dos, sino que TRES por el PRECIO DE UNO…”
Ahí, de frentón, ya cagué; estoy con la mano en alto y sacudiéndola casi como que se me fuera a pasar el tren. Y si el vendedor en cuestión se demora o pasa con otro pasajero primero, me preocupo de hacer contacto visual con él de inmediato, no vaya a ser que se baje o se le acaben antes de darme el mío.
Bah! La gente debe creer que soy el “Palo blanco” de la micro.
Producto de esta devoción enfermiza, en que la palabra “oferta” me deja un poco lela y que estoy convencida que eso de subirte justo a la micro –ninguna otra- donde justo se subió el vendedor con ese producto –único en su especie- que siempre quisiste, casi responde a un mandamiento divino donde veo que el cielo se abre un poco y alguien de allá arriba me iluminara y me dijera “sí hija, éste es tú momento”, entonces obviamente yo no puedo decir que no, es que tengo lo que mi mamá denomina la “colección de tonteras de la micro”.
Porque he llegado a casa con numerosos cepillos de dientes de distintos colores, que admito son bien malos, con suerte duran un par de días pero como tengo tantos y la mayoría se doblan porque son ideales para viajar, no importa. Tengo también una herramienta especial para cortar vidrio para cuando me decida a ser artista y haga un “collage” con vidrios de colores. Me compré un blanqueador de dientes que viene con una instrucción en chino, así que todavía no me atrevo a probarlo. También una colección de plumas con recargas que está intacto sobre mi escritorio, porque se ven muy bonitos así. Compré el juego de 12 lápices pasta de colores, de los cuales sólo 2 sirven, pero estaban tan baratos y venían tantos que no pude evitarlo. Una vez compré tres reglas al precio de una, así como que había olvidado que no las ocupo desde el colegio. Y una corchetera chiquita con corchetes también chiquitos, que me encanta porque la traigo siempre en mi cartera y sé que algún día me sacará de apuros. Tengo también un set de herramientas del buen dueño de casa, que pretendo ocupar cuando me vaya a vivir sola (escúchanos señor…). Ah! Y tengo un desatornillador que además de sacar obvio, tornillos, mide la corriente de un enchufe. Ése si que no sé cuándo lo voy a ocupar.
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sábado, 4 de agosto de 2007
Yo También Sufro!
Así le dije ayer a un “amigo” que es de esos lectores anónimos de mi blog, de los que me pregunta porqué no he escrito nada nuevo porque según él todas las mañanas lo abre, marca un número en mi contador de visitas y nunca postea. En fin.
Lo peor es que ayer me dice “es que igual Cote, tú tienes una vida muy light como se ve”… y yo me quedé plop. ¿Cómo que light? Soy una chica esforzada con una carrera a cuestas que nunca me gustó, estudiando por fin una que parece que es la mía y de noche, porque tengo que trabajar. O sea! Ya no carreteo como tú en la semana porque no me da el cuero (bueno, si me invitan a algo demasiado top me tomo una battery y estoy lista) pero en fin, no me las llevo peladas!
Y él dale que no, que obviamente mi vida era demasiado “livianita” porque mira como me río todo el rato y que mira las tonteras que escribes (aló? sólo yo le digo tonteras a mis tonteras!)… que sólo piensas en hombres y tonteras todo el día (no puedo ser perfecta!)… y que porqué mejor no escribo de cosas más interesantes…
Bah! Le pregunté qué era más interesante para él y me sale con que las guerras y la corrupción, que la pobreza y la delincuencia. Ok, obvio que todo eso es más importante, pero mi humilde blog busca sacar algunas risas y no catarsis colectivas para cambiar el mundo. Que por lo demás yo también sufro, que hay cosas que me dan una pena atroz y que de hecho llego a tal límite de llorona que hasta si se muere un animalito en la calle yo lloro y le hago su velorio digno, pero por favor! Todo es una cosa de actitud (últimamente para mí todo es cosa de actitud), que no puedo andar llorando por la vida, que si la encaro feliz soy mejor persona y no le ando cagando la vida a nadie.
Se queda callado un rato y me dice “es que tú te pasas los problemas sociales por la raja” y yo ahí a punto de explotar, en llanto incluso si no hubiera estado tan enojada. Es que obvio que hay hambre y pobreza, pero ya está bueno con la campaña del terror de “Aquí en vivo” y programas similares, que te juro que no quiero ver tantos balazos por minuto y que además me da un asco atroz que se muestre la Legua Emergencia como al lugar al que no hay que ir ni por si acaso, que el estigma social y la leyenda maldita; que de verdad se me caen mil lagrimones cuando muestran a los abuelitos que están solos en un hogar y ni sus hijos los van a ver, pero yo regaloneo mil a los míos y de verdad no saco nada con sufrir al otro lado de la tele. Y él me dice, “no, si yo sé que eres súper sensible, pero no quedas así en tu blog”.
¡Qué lata! Estoy todo el día metida en los tribunales leyendo expedientes, conozco dilemas personales horrorosos y más encima estoy métale informes a pepito y merenguito todo el día (me carga eso de fulano y sultano), que si no me comunico me llaman para que me comunique y les explique porqué no me comuniqué, es que no! tengo derecho a mi canita light al día, porque de verdad no puedo ser tan seria si tengo sólo 24 años y tú en verdad estás re amargado, que si me subo el ánimo comprándome ropa es cosa mía y que si coqueteo es porque es parte de mi esencia y que por último si te molesta que sea tan prendida mejor pregúntale a mis papás cómo me hicieron así porque yo no sé, y sabes qué más? Yo creo que necesitas unas vacaciones y que si decidiste ponerte depre día por medio mejor lee El Mercurio o busca un canal donde den la historia de África. En verdad, yo no estoy por eso.
Total, este blog es mío! Y es algo así como mi terapia y me encanta. Así que si no quiere, no vuelva!
(Pd: Si lees esto te aviso que te hice “Un Cote”, conocido en la jerga de guachominos santiaguinos como un “te bloquee del msn por jugoso”)
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Lo peor es que ayer me dice “es que igual Cote, tú tienes una vida muy light como se ve”… y yo me quedé plop. ¿Cómo que light? Soy una chica esforzada con una carrera a cuestas que nunca me gustó, estudiando por fin una que parece que es la mía y de noche, porque tengo que trabajar. O sea! Ya no carreteo como tú en la semana porque no me da el cuero (bueno, si me invitan a algo demasiado top me tomo una battery y estoy lista) pero en fin, no me las llevo peladas!
Y él dale que no, que obviamente mi vida era demasiado “livianita” porque mira como me río todo el rato y que mira las tonteras que escribes (aló? sólo yo le digo tonteras a mis tonteras!)… que sólo piensas en hombres y tonteras todo el día (no puedo ser perfecta!)… y que porqué mejor no escribo de cosas más interesantes…
Bah! Le pregunté qué era más interesante para él y me sale con que las guerras y la corrupción, que la pobreza y la delincuencia. Ok, obvio que todo eso es más importante, pero mi humilde blog busca sacar algunas risas y no catarsis colectivas para cambiar el mundo. Que por lo demás yo también sufro, que hay cosas que me dan una pena atroz y que de hecho llego a tal límite de llorona que hasta si se muere un animalito en la calle yo lloro y le hago su velorio digno, pero por favor! Todo es una cosa de actitud (últimamente para mí todo es cosa de actitud), que no puedo andar llorando por la vida, que si la encaro feliz soy mejor persona y no le ando cagando la vida a nadie.
Se queda callado un rato y me dice “es que tú te pasas los problemas sociales por la raja” y yo ahí a punto de explotar, en llanto incluso si no hubiera estado tan enojada. Es que obvio que hay hambre y pobreza, pero ya está bueno con la campaña del terror de “Aquí en vivo” y programas similares, que te juro que no quiero ver tantos balazos por minuto y que además me da un asco atroz que se muestre la Legua Emergencia como al lugar al que no hay que ir ni por si acaso, que el estigma social y la leyenda maldita; que de verdad se me caen mil lagrimones cuando muestran a los abuelitos que están solos en un hogar y ni sus hijos los van a ver, pero yo regaloneo mil a los míos y de verdad no saco nada con sufrir al otro lado de la tele. Y él me dice, “no, si yo sé que eres súper sensible, pero no quedas así en tu blog”.
¡Qué lata! Estoy todo el día metida en los tribunales leyendo expedientes, conozco dilemas personales horrorosos y más encima estoy métale informes a pepito y merenguito todo el día (me carga eso de fulano y sultano), que si no me comunico me llaman para que me comunique y les explique porqué no me comuniqué, es que no! tengo derecho a mi canita light al día, porque de verdad no puedo ser tan seria si tengo sólo 24 años y tú en verdad estás re amargado, que si me subo el ánimo comprándome ropa es cosa mía y que si coqueteo es porque es parte de mi esencia y que por último si te molesta que sea tan prendida mejor pregúntale a mis papás cómo me hicieron así porque yo no sé, y sabes qué más? Yo creo que necesitas unas vacaciones y que si decidiste ponerte depre día por medio mejor lee El Mercurio o busca un canal donde den la historia de África. En verdad, yo no estoy por eso.
Total, este blog es mío! Y es algo así como mi terapia y me encanta. Así que si no quiere, no vuelva!
(Pd: Si lees esto te aviso que te hice “Un Cote”, conocido en la jerga de guachominos santiaguinos como un “te bloquee del msn por jugoso”)
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Trabajo,
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viernes, 3 de agosto de 2007
¿Por qué No Tengo Amigos VIP?
Yo quiero un amigo que sea tan, pero tan VIP, que se entere de todas las fiestas más top de Santiago antes que yo incluso. Y que le reserven estacionamientos en todos los lugares para no tener que caminar mil cuadras hasta el famoso local. De hecho, que lo inviten personalmente a todos estos eventos y que le digan “tu presencia es imprescindible para que esto prenda”. Qué emoción!
Por supuesto, que no tengamos que hacer colas en la entrada y menos pagar. Y que los guardias apenas nos vean corran para escoltarnos de tanto teenager discotequero y llegar al tiro al salón VIP. Ah y que ojala que conozca al dueño del local para que me lo presente (me encanta eso de tener contactos).
Así yo tendría al fin fundamento para gastar mucho dinero en ropa, porque como voy a salir con él, capaz que aparezca en una portada de LUN.
Bah! Quiero una portada de LUN que diga “la misteriosa y sexy amiga de…”.
Que cuando celebre sus cumpleaños vayan varios actores. Y cantantes. Incluso políticos. En fin, todos los que salgan en la tele. Que tenga un departamento top con la mejor vista de Santiago y que me lo preste para celebrar mis cumpleaños también.
Y que cuando hable con él por MSN y me diga que está ocupado, sea porque está hablando con el Rafa Araneda acerca de los problemas de droga con los chicos de Rojo. O porque le está dando ideas al Lucho Jara para ver a quién invita a Vértigo Extremo esta semana. Porque claro, es fundamental que nombre a todos los famosos por sus apodos.
Y que me diga como si nada “hoy invité al Benja y a la Pampita a bailar”… Qué top!... o “¿te tinca salir a comer con el Danús y la Carola?
¡Capaz que vuelva al periodismo con todos esos contactos!
De hecho yo sé que si Danús me conociera, me ofrecería al tiro el cupo de la Pame Díaz en Primer Plano. Todo esto porque tengo una habilidad innata para sentarme con el ventilador y no dejaría famoso con cabeza. Y fijo que me haría amiga de la Pame también, porque es mi ídola y apuesto que nos llevaríamos regio. Capaz que me presente a un futbolista… de la sub-20 eso sí, los otros están muy carreteados. (Exijo a Toselli!)
Así yo sería la primera en enterarme de los finales de la teleserie, por ejemplo, porque no sólo conocería a los actores sino que también al director. Y capaz que le diga a éste que yo siempre quise ser actriz y me consiga al tiro un papel protagónico, y así yo repetiría la historia de la Arregui, que sin ningún estudio pero como tiene talento -como yo- llegó lejos. Sin meterme con actores casados eso sí.
Con eso me lanzaría a la fama y me ofrecerían más encima una entrevista y una súper producción fotográfica en la revista Paula, porque querrían hacer un reportaje sobre la "actriz revelación". Y yo me daría el gusto de rechazarla sólo porque no me dejaron hacer la práctica ahí. De hecho, sólo le daría cuñas a La Cuarta, porque me encanta el diario pop. Bueno, también a LUN y a Terra…
Al final, yo sé que me llamarían más a mí que a mi amigo VIP.
Quizás por eso no tengo amigos así…
*.
Por supuesto, que no tengamos que hacer colas en la entrada y menos pagar. Y que los guardias apenas nos vean corran para escoltarnos de tanto teenager discotequero y llegar al tiro al salón VIP. Ah y que ojala que conozca al dueño del local para que me lo presente (me encanta eso de tener contactos).
Así yo tendría al fin fundamento para gastar mucho dinero en ropa, porque como voy a salir con él, capaz que aparezca en una portada de LUN.
Bah! Quiero una portada de LUN que diga “la misteriosa y sexy amiga de…”.
Que cuando celebre sus cumpleaños vayan varios actores. Y cantantes. Incluso políticos. En fin, todos los que salgan en la tele. Que tenga un departamento top con la mejor vista de Santiago y que me lo preste para celebrar mis cumpleaños también.
Y que cuando hable con él por MSN y me diga que está ocupado, sea porque está hablando con el Rafa Araneda acerca de los problemas de droga con los chicos de Rojo. O porque le está dando ideas al Lucho Jara para ver a quién invita a Vértigo Extremo esta semana. Porque claro, es fundamental que nombre a todos los famosos por sus apodos.
Y que me diga como si nada “hoy invité al Benja y a la Pampita a bailar”… Qué top!... o “¿te tinca salir a comer con el Danús y la Carola?
¡Capaz que vuelva al periodismo con todos esos contactos!
De hecho yo sé que si Danús me conociera, me ofrecería al tiro el cupo de la Pame Díaz en Primer Plano. Todo esto porque tengo una habilidad innata para sentarme con el ventilador y no dejaría famoso con cabeza. Y fijo que me haría amiga de la Pame también, porque es mi ídola y apuesto que nos llevaríamos regio. Capaz que me presente a un futbolista… de la sub-20 eso sí, los otros están muy carreteados. (Exijo a Toselli!)
Así yo sería la primera en enterarme de los finales de la teleserie, por ejemplo, porque no sólo conocería a los actores sino que también al director. Y capaz que le diga a éste que yo siempre quise ser actriz y me consiga al tiro un papel protagónico, y así yo repetiría la historia de la Arregui, que sin ningún estudio pero como tiene talento -como yo- llegó lejos. Sin meterme con actores casados eso sí.
Con eso me lanzaría a la fama y me ofrecerían más encima una entrevista y una súper producción fotográfica en la revista Paula, porque querrían hacer un reportaje sobre la "actriz revelación". Y yo me daría el gusto de rechazarla sólo porque no me dejaron hacer la práctica ahí. De hecho, sólo le daría cuñas a La Cuarta, porque me encanta el diario pop. Bueno, también a LUN y a Terra…
Al final, yo sé que me llamarían más a mí que a mi amigo VIP.
Quizás por eso no tengo amigos así…
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miércoles, 1 de agosto de 2007
Como ser Feliz en el Metro
Ayer en el metro escuché clarito decir al chofer por alto parlantes “Estación Universidad de Chile, favor deje subir antes de bajar”. Y como yo soy muy obediente me metí al tiro al carro al igual que otros, desatando el caos entre empujones y risas, mientras el chofer se deshacía en explicaciones diciendo que era al revés la cosa. Pero cuando sacó risotadas fue más tarde al decir (sospechosamente contento), “Muy buenas tardes, estación Baquedano, lugar de combinación con línea 4... No! Perdón! Con línea 2, la que va a La Florida”.
Ok, la abuelita que se levantó asustada de su siesta y como dice el dicho, perdió su silla, no se rió tanto, pero yo tenía ataque múltiple de risa… ¿es que se subió Bombo Fica a choferear el metro y a mí no me avisaron? Estuve a punto de quedarme hasta el final del recorrido sólo para ir a darle un abrazo a ese chofer. En verdad, yo lo hubiera propuesto empleado del mes.
Creo que gran parte del problema en el metro radica en la actitud, ya que nadie ve la potencialidad de hacer amigos en ese vagón, donde vamos tantos en tan poco espacio. O sea, a mí me encantaría que cuando voy estudiando, el chico del frente me diera vuelta la página del cuaderno, porque a veces yo no puedo de tan apretada que voy. Y ni hablar de que el chico del lado me preste uno de sus audífonos cuando va escuchando música, sobre todo cuando tiene puesto algo entrete. Sería súper viajar así!
Entonces cuando me bajé del metro se me vino una idea genial a la cabeza. La verdad es que yo usualmente cobro por mis ideas geniales. Y caro. Pero Presidenta, hoy usted lo necesita más que yo.
Porque ya la echaron el agua con eso de la tincá que tenía de que el transantiago no iba a funcionar, venía en un sobre grande con el estampe del Metro. Porque la gente está aburrida de compartir con 5 personas más el metro cuadrado. Porque el chileno promedio no ocupa desodorante! y los limpiecitos como yo salimos del metro oliendo como si hubiéramos corrido la maratón!
Porque yo, que soy una esperanzada de la vida, cuando veo guachominos en el metro están todos con cara de choreados! Y no hay mini que me ayude porque nadie puede mirar para abajo!
Por esto, me decidí a dejarle unos consejitos:
Ok, la abuelita que se levantó asustada de su siesta y como dice el dicho, perdió su silla, no se rió tanto, pero yo tenía ataque múltiple de risa… ¿es que se subió Bombo Fica a choferear el metro y a mí no me avisaron? Estuve a punto de quedarme hasta el final del recorrido sólo para ir a darle un abrazo a ese chofer. En verdad, yo lo hubiera propuesto empleado del mes.
Creo que gran parte del problema en el metro radica en la actitud, ya que nadie ve la potencialidad de hacer amigos en ese vagón, donde vamos tantos en tan poco espacio. O sea, a mí me encantaría que cuando voy estudiando, el chico del frente me diera vuelta la página del cuaderno, porque a veces yo no puedo de tan apretada que voy. Y ni hablar de que el chico del lado me preste uno de sus audífonos cuando va escuchando música, sobre todo cuando tiene puesto algo entrete. Sería súper viajar así!
Entonces cuando me bajé del metro se me vino una idea genial a la cabeza. La verdad es que yo usualmente cobro por mis ideas geniales. Y caro. Pero Presidenta, hoy usted lo necesita más que yo.
Porque ya la echaron el agua con eso de la tincá que tenía de que el transantiago no iba a funcionar, venía en un sobre grande con el estampe del Metro. Porque la gente está aburrida de compartir con 5 personas más el metro cuadrado. Porque el chileno promedio no ocupa desodorante! y los limpiecitos como yo salimos del metro oliendo como si hubiéramos corrido la maratón!
Porque yo, que soy una esperanzada de la vida, cuando veo guachominos en el metro están todos con cara de choreados! Y no hay mini que me ayude porque nadie puede mirar para abajo!
Por esto, me decidí a dejarle unos consejitos:
- Realizar un grato tour para todas las estaciones, por ejemplo: Estación Moneda: aquí se alza nuestra casa de Gobierno. Si quiere quemarse a lo bonzo y reclamar por deudas habitacionales, baje aquí! (Bah! Ando tan generosa que me ofrezco para escribir los folletos)
- Pongamos música. Como es difícil complacer todos y los diversos gustos musicales, propongo que alternemos electrónica y reggeaton en las mañanas para que todos despertemos, y un tanto de música clásica a eso de las 4 de la tarde, ideal para dormir una pequeña siesta y el adulto mayor. Algo podemos hacer. Escucho más sugerencias.
- Enchulemos los vagones. No puede ser que siempre veamos lo mismo, todos los días! Además, la propaganda tan ingeniosa que pusieron a los carros se ve sólo de afuera, en realidad, es bien inútil, porque la mayoría del tiempo la pasamos adentro del vagón.
- Por último: Denles de fumar a todos del mismo pito que le dieron al chofer de ayer!!!
[Michelle: me debes una]
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